< Anterior |
Siguiente > |
1 Acab dio a Jezabel la nueva de todo lo que Elías había hecho, y de cómo había matado a espada a todos los profetas.
2 Entonces envió Jezabel a Elías un mensajero, diciendo: Así me hagan los dioses, y aun me añadan, si mañana a estas horas yo no he puesto tu persona como la de uno de ellos.
3 Viendo, pues, el peligro, se levantó y se fue para salvar su vida, y vino a Beerseba, que está en Judá, y dejó allí a su criado.
4 Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres.
5 Y echándose debajo del enebro, se quedó dormido; y he aquí luego un ángel le tocó, y le dijo: Levántate, come.
6 Entonces él miró, y he aquí a su cabecera una torta cocida sobre las ascuas, y una vasija de agua; y comió y bebió, y volvió a dormirse.
7 Y volviendo el ángel de Jehová la segunda vez, lo tocó, diciendo: Levántate y come, porque largo camino te resta.
8 Se levantó, pues, y comió y bebió; y fortalecido con aquella comida caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta Horeb, el monte de Dios.
9 Y allí se metió en una cueva, donde pasó la noche. Y vino a él palabra de Jehová, el cual le dijo: ¿Qué haces aquí, Elías?
10 El respondió: He sentido un vivo celo por Jehová Dios de los ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares, y han matado a espada a tus profetas; y sólo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida.
11 El le dijo: Sal fuera, y ponte en el monte delante de Jehová. Y he aquí Jehová que pasaba, y un grande y poderoso viento que rompía los montes, y quebraba las peñas delante de Jehová; pero Jehová no estaba en el viento. Y tras el viento un terremoto; pero Jehová no estaba en el terremoto.
12 Y tras el terremoto un fuego; pero Jehová no estaba en el fuego. Y tras el fuego un silbo apacible y delicado.
13 Y cuando lo oyó Elías, cubrió su rostro con su manto, y salió, y se puso a la puerta de la cueva. Y he aquí vino a él una voz, diciendo: ¿Qué haces aquí, Elías?
14 El respondió: He sentido un vivo celo por Jehová Dios de los ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares, y han matado a espada a tus profetas; y sólo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida.
15 Y le dio Jehová: Ve, vuélvete por tu camino, por el desierto de Damasco; y llegarás, y ungirás a Hazael por rey de Siria.
16 A Jehú hijo de Nimsi ungirás por rey sobre Israel; y a Eliseo hijo de Safat, de Abel-mehola, ungirás para que sea profeta en tu lugar.
17 Y el que escapare de la espada de Hazael, Jehú lo matará; y el que escapare de la espada de Jehú, Eliseo lo matará.
18 Y yo haré que queden en Israel siete mil, cuyas rodillas no se doblaron ante Baal, y cuyas bocas no lo besaron.
19 Partiendo él de allí, halló a Eliseo hijo de Safat, que araba con doce yuntas delante de sí, y él tenía la última. Y pasando Elías por delante de él, echó sobre él su manto.
20 Entonces dejando él los bueyes, vino corriendo en pos de Elías, y dijo: Te ruego que me dejes besar a mi padre y a mi madre, y luego te seguiré. Y él le dijo: Ve, vuelve; ¿qué te he hecho yo?
21 Y se volvió, y tomó un par de bueyes y los mató, y con el arado de los bueyes coció la carne, y la dio al pueblo para que comiesen. Después se levantó y fue tras Elías, y le servía.
1 Ajab contó a Jezabel todo lo que había hecho Elías y cómo había dado muerte a cuchillo a todos los profetas de Baal.
2 Y Jezabel mandó a decir a Elías: "Que yo muera si mañana a esta hora no te trato como has tratado a los profetas de Baal."
3 Elías tuvo miedo y huyó para salvar su vida. Al llegar a Bersebá de Judá dejó allí a su muchacho.
4 Caminó por el desierto todo un día y se sentó bajo un árbol. Allí deseó la muerte y se dijo: "Ya basta, Yavé. Toma mi vida, pues yo voy a morir como mis padres."
5 Después se acostó y se quedó dormido debajo del árbol. Un ángel vino a tocar a Elías y lo despertó diciendo: "Levántate y come."
6 Elías miró y vio a su cabecera un pan cocido sobre piedras calientes y un jarro de agua. Después que comió y bebió, se volvió a acostar.
7 Pero por segunda vez el ángel de Yavé lo despertó diciendo: "Levántate y come; si no, el camino será demasiado largo para ti."
8 Se levantó, pues, para comer y beber, y con la fuerza que le dio aquella comida, caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta llegar al cerro de Dios, el Horeb.
9 Allí se dirigió hacia la cueva y pasó la noche en aquel lugar. Y le llegó una palabra de Yavé: "¿Qué haces aquí, Elías?"
10 El respondió: "Ardo de amor celoso por Yavé, Dios de los Ejércitos, porque los israelitas te han abandonado, han derribado tus altares y han muerto a espada a tus profetas. Sólo quedo yo, y me buscan para quitarme la vida."
11 Entonces se le dijo: "Sal fuera y permanece en el monte esperando a Yavé, pues Yavé va a pasar." Vino primero un huracán tan violento que hendía los cerros y quebraba las rocas delante de Yavé. Pero Yavé no estaba en el huracán.
12 Después hubo un terremoto, pero Yavé no estaba en el terremoto. Después brilló un rayo, pero Yavé no estaba en el rayo. Y después del rayo se sintió el murmullo de una suave brisa.
13 Elías al oírlo se tapó la cara con su manto, salió de la cueva y se paró a su entrada. Y nuevamente se le preguntó: "¿Qué haces aquí, Elías?"
14 El respondió: "Ardo de amor celoso por Yavé, Dios de los Ejércitos, porque los israelitas te han abandonado, derribando tus altares y dando muerte a tus profetas. Sólo quedo yo, y quieren matarme."
15 Yavé le dijo: "Vuelve por donde viniste atravesando el desierto y anda hasta Damasco. Tienes que establecer a Jazael como rey de Aram,
16 a Jehú como rey de Israel, y a Eliseo para ser profeta después de ti.
17 Al que no mate Jazael, lo hará morir Jehú, al que no haga morir Jehú, lo matará Eliseo.
18 Pero dejaré en Israel a siete mil hombres, que son todos los que no se arrodillaron ante Baal, ni lo besaron."
19 Elías partió de allí. Encontró a Eliseo, hijo de Safat. Este estaba arando una parcela de doce medias hectáreas y llegaba a la última. Elías, al pasar, le echó su manto encima.
20 Eliseo entonces abandonó los bueyes, corrió tras Elías y le dijo: "Déjame ir a abrazar a mi padre y a mi madre y te seguiré." Respondió Elías: "Vuélvete, si quieres; era algo sin importancia."
21 Pero Eliseo tomó los bueyes y los sacrificó. Asó su carne con la madera del arado y la repartió a su gente para que comiera. Después partió en seguimiento de Elías y entró a su servicio.