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1 SAMUEL 26 Paralela rv60
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Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)


1 Vinieron los zifeos a Saúl en Gabaa, diciendo: ¿No está David escondido en el collado de Haquila, al oriente del desierto?

2 Saúl entonces se levantó y descendió al desierto de Zif, llevando consigo tres mil hombres escogidos de Israel, para buscar a David en el desierto de Zif.

3 Y acampó Saúl en el collado de Haquila, que está al oriente del desierto, junto al camino. Y estaba David en el desierto, y entendió que Saúl le seguía en el desierto.

4 David, por tanto, envió espías, y supo con certeza que Saúl había venido.

5 Y se levantó David, y vino al sitio donde Saúl había acampado; y miró David el lugar donde dormían Saúl y Abner hijo de Ner, general de su ejército. Y estaba Saúl durmiendo en el campamento, y el pueblo estaba acampado en derredor de él.

6 Entonces David dijo a Ahimelec heteo y a Abisai hijo de Sarvia, hermano de Joab: ¿Quién descenderá conmigo a Saúl en el campamento? Y dijo Abisai: Yo descenderé contigo.

7 David, pues, y Abisai fueron de noche al ejército; y he aquí que Saúl estaba tendido durmiendo en el campamento, y su lanza clavada en tierra a su cabecera; y Abner y el ejército estaban tendidos alrededor de él.

8 Entonces dijo Abisai a David: Hoy ha entregado Dios a tu enemigo en tu mano; ahora, pues, déjame que le hiera con la lanza, y lo enclavaré en la tierra de un golpe, y no le daré segundo golpe.

9 Y David respondió a Abisai: No le mates; porque ¿quién extenderá su mano contra el ungido de Jehová, y será inocente?

10 Dijo además David: Vive Jehová, que si Jehová no lo hiriere, o su día llegue para que muera, o descendiendo en batalla perezca,

11 guárdeme Jehová de extender mi mano contra el ungido de Jehová. Pero toma ahora la lanza que está a su cabecera, y la vasija de agua, y vámonos.

12 Se llevó, pues, David la lanza y la vasija de agua de la cabecera de Saúl, y se fueron; y no hubo nadie que viese, ni entendiese, ni velase, pues todos dormían; porque un profundo sueño enviado de Jehová había caído sobre ellos.

13 Entonces pasó David al lado opuesto, y se puso en la cumbre del monte a lo lejos, habiendo gran distancia entre ellos.

14 Y dio voces David al pueblo, y a Abner hijo de Ner, diciendo: ¿No respondes, Abner? Entonces Abner respondió y dijo: ¿Quién eres tú que gritas al rey?

15 Y dijo David a Abner: ¿No eres tú un hombre? ¿y quién hay como tú en Israel? ¿Por qué, pues, no has guardado al rey tu señor? Porque uno del pueblo ha entrado a matar a tu señor el rey.

16 Esto que has hecho no está bien. Vive Jehová, que sois dignos de muerte, porque no habéis guardado a vuestro señor, al ungido de Jehová. Mira pues, ahora, dónde está la lanza del rey, y la vasija de agua que estaba a su cabecera.

17 Y conociendo Saúl la voz de David, dijo: ¿No es esta tu voz, hijo mío David? Y David respondió: Mi voz es, rey señor mío.

18 Y dijo: ¿Por qué persigue así mi señor a su siervo? ¿Qué he hecho? ¿Qué mal hay en mi mano?

19 Ruego, pues, que el rey mi señor oiga ahora las palabras de su siervo. Si Jehová te incita contra mí, acepte él la ofrenda; mas si fueren hijos de hombres, malditos sean ellos en presencia de Jehová, porque me han arrojado hoy para que no tenga parte en la heredad de Jehová, diciendo: Vé y sirve a dioses ajenos.

20 No caiga, pues, ahora mi sangre en tierra delante de Jehová, porque ha salido el rey de Israel a buscar una pulga, así como quien persigue una perdiz por los montes.

21 Entonces dijo Saúl: He pecado; vuélvete, hijo mío David, que ningún mal te haré más, porque mi vida ha sido estimada preciosa hoy a tus ojos. He aquí yo he hecho neciamente, y he errado en gran manera.

22 Y David respondió y dijo: He aquí la lanza del rey; pase acá uno de los criados y tómela.

23 Y Jehová pague a cada uno su justicia y su lealtad; pues Jehová te había entregado hoy en mi mano, mas yo no quise extender mi mano contra el ungido de Jehová.

24 Y he aquí, como tu vida ha sido estimada preciosa hoy a mis ojos, así sea mi vida a los ojos de Jehová, y me libre de toda aflicción.

25 Y Saúl dijo a David: Bendito eres tú, hijo mío David; sin duda emprenderás tú cosas grandes, y prevalecerás. Entonces David se fue por su camino, y Saúl se volvió a su lugar.

  X


1 Los zifitas vinieron a Guibea a decirle a Saúl que David estaba escondido en la loma de Jaquilá, frente al desierto.

2 Saúl se levantó y bajó al desierto de Zif, acompañado de tres mil hombres escogidos de todo Israel, para buscar allí a David.

3 Acampó Saúl en la loma de Jaquilá, que está al frente del desierto junto al camino, mientras que David estaba en el desierto. Cuando David se enteró que Saúl había venido al desierto en busca suya,

4 envió espías para saber dónde se encontraba. Luego se puso en camino y llegó hasta el lugar donde acampaba Saúl.

5 Observó el lugar en que estaban acostados Saúl y Abner, hijo de Ner, jefe de su tropa. Saúl dormía en el centro del campamento, y el resto de su gente acampaba a su alrededor.

6 David dijo al heteo Ajimelec y a Abisay, hijo de Sarvia, hermano de Joab: "¿Quién quiere bajar conmigo al campamento de Saúl?" Abisay respondió: "Yo bajo contigo."

7 David y Abisay se dirigieron de noche al campamento y hallaron a Saúl que dormía acostado en el centro del campamento con su lanza clavada en tierra a su cabecera; Abner y los demás gente dormían en torno a él.

8 Entonces Abisay dijo a David: "Dios ha puesto hoy en tus manos a tu enemigo. Déjame ahora mismo clavarlo en tierra de una sola lanzada; no será necesario repetir el golpe."

9 Pero David le contestó: "No lo mates; ¿quién podría levantar su mano contra el ungido de Yavé sin ser castigado?"

10 Y añadió: "Sólo Yavé puede quitarle la vida, sea que llegue el día de su muerte natural, sea que muera en alguna batalla.

11 Líbreme Dios de levantar mi mano contra el ungido de Yavé. Ahora toma la lanza y el jarro de agua y vámonos."

12 David tomó la lanza y el jarro de la cabecera de Saúl y se fueron. Nadie los vio, nadie los oyó, ni siquiera despertaron. Todos dormían poseídos de un sueño profundo que Yavé l había enviado.

13 David pasó al otro lado y se colocó en la cumbre del cerro, quedando un gran espacio entre él y el campamento enemigo.

14 Y desde allí llamó en voz alta a la gente de Saúl y a Abner, hijo de Ner, diciendo: "Abner, ¿no respondes?"

15 Abner respondió: "¿Quién eres tú, que llamas al rey?" David dijo: "Por Dios, ¿no eres tú un valiente? ¿Y quién como tú en Israel? ¿Por qué, pues, no has cuidado al rey tu señor cuando uno entró en el campamento para matarlo? ¿Así cumples con tu deber?

16 Por la vida de Yavé, merecen la muerte todos ustedes, que no han cuidado a su señor, el ungido de Yavé. ¿Dónde está la lanza del rey y el jarro de agua que había junto a su cabecera?"

17 Saúl reconoció la voz de David, y le preguntó: "¿Es ésta tu voz, David, hijo mío?" David respondió: "Sí, ésta es mi voz, señor y rey mío."

18 Y añadió: "¿Por qué motivo me persigues? ¿Qué he hecho o qué delito he cometido?

19 Ahora te ruego, mi rey y señor, que escuches mis palabras. Si es Yavé quien te mueve contra mí, que sea aplacado con una oblación, pero si son los hombres, malditos sean ante Yavé, porque hoy me expulsan de la herencia de Yavé, como quien dice: Que vaya a servir a otros dioses.

20 Que mi sangre no caiga en tierra, lejos de la presencia de Yavé. ¿Por qué has salido a cazarme como quien persigue una perdiz en los cerros?"

21 Saúl respondió: "He pecado. Vuelve, hijo mío, David, que de hoy en adelante no te haré ningún mal, ya que has respetado mi vida. Me he portado como un tonto, y estaba totalmente equivocado."

22 Respondió David: "Aquí está la lanza del rey, que venga uno de tus servidores a buscarla.

23 Yavé devolverá a cada uno según sus méritos y fidelidad, pues hoy te había entregado en mi poder, pero no he querido levantar mi mano contra ti por ser el ungido de Yavé.

24 Así como he respetado hoy tu vida, así hará también Yavé conmigo y me librará de toda angustia."

25 Por último, Saúl dijo a David: "Bendito seas, hijo mío, David. Sin duda triunfarás en todas tus empresas." Después David se fue por su camino y Saúl volvió a su casa.