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2 REYES 19 Paralela rv60
y bla95

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Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)


1 Cuando el rey Ezequías lo oyó, rasgó sus vestidos y se cubrió de cilicio, y entró en la casa de Jehová.

2 Y envió a Eliaquim mayordomo, a Sebna escriba y a los ancianos de los sacerdotes, cubiertos de cilicio, al profeta Isaías hijo de Amoz,

3 para que le dijesen: Así ha dicho Ezequías: Este día es día de angustia, de reprensión y de blasfemia; porque los hijos están a punto de nacer, y la que da a luz no tiene fuerzas.

4 Quizá oirá Jehová tu Dios todas las palabras del Rabsaces, a quien el rey de los asirios su señor ha enviado para blasfemar al Dios viviente, y para vituperar con palabras, las cuales Jehová tu Dios ha oído; por tanto, eleva oración por el remanente que aún queda.

5 Vinieron, pues, los siervos del rey Ezequías a Isaías.

6 E Isaías les respondió: Así diréis a vuestro señor: Así ha dicho Jehová: No temas por las palabras que has oído, con las cuales me han blasfemado los siervos del rey de Asiria.

7 He aquí pondré yo en él un espíritu, y oirá rumor, y volverá a su tierra; y haré que en su tierra caiga a espada.

8 Y regresando el Rabsaces, halló al rey de Asiria combatiendo contra Libna; porque oyó que se había ido de Laquis.

9 Y oyó decir que Tirhaca rey de Etiopía había salido para hacerle guerra. Entonces volvió él y envió embajadores a Ezequías, diciendo:

10 Así diréis a Ezequías rey de Judá: No te engañe tu Dios en quien tú confías, para decir: Jerusalén no será entregada en mano del rey de Asiria.

11 He aquí tú has oído lo que han hecho los reyes de Asiria a todas las tierras, destruyéndolas; ¿y escaparás tú?

12 ¿Acaso libraron sus dioses a las naciones que mis padres destruyeron, esto es, Gozán, Harán, Resef, y los hijos de Edén que estaban en Telasar?

13 ¿Dónde está el rey de Hamat, el rey de Arfad, y el rey de la ciudad de Sefarvaim, de Hena y de Iva?

14 Y tomó Ezequías las cartas de mano de los embajadores; y después que las hubo leído, subió a la casa de Jehová, y las extendió Ezequías delante de Jehová.

15 Y oró Ezequías delante de Jehová, diciendo: Jehová Dios de Israel, que moras entre los querubines, sólo tú eres Dios de todos los reinos de la tierra; tú hiciste el cielo y la tierra.

16 Inclina, oh Jehová, tu oído, y oye; abre, oh Jehová, tus ojos, y mira; y oye las palabras de Senaquerib, que ha enviado a blasfemar al Dios viviente.

17 Es verdad, oh Jehová, que los reyes de Asiria han destruido las naciones y sus tierras;

18 y que echaron al fuego a sus dioses, por cuanto ellos no eran dioses, sino obra de manos de hombres, madera o piedra, y por eso los destruyeron.

19 Ahora, pues, oh Jehová Dios nuestro, sálvanos, te ruego, de su mano, para que sepan todos los reinos de la tierra que sólo tú, Jehová, eres Dios.

20 Entonces Isaías hijo de Amoz envió a decir a Ezequías: Así ha dicho Jehová, Dios de Israel: Lo que me pediste acerca de Senaquerib rey de Asiria, he oído.

21 Esta es la palabra que Jehová ha pronunciado acerca de él: La virgen hija de Sion te menosprecia, te escarnece; detrás de ti mueve su cabeza la hija de Jerusalén.

22 ¿A quién has vituperado y blasfemado? ¿y contra quién has alzado la voz, y levantado en alto tus ojos? Contra el Santo de Israel.

23 Por mano de tus mensajeros has vituperado a Jehová, y has dicho: Con la multitud de mis carros he subido a las alturas de los montes, a lo más inaccesible del Líbano; cortaré sus altos cedros, sus cipreses más escogidos; me alojaré en sus más remotos lugares, en el bosque de sus feraces campos.

24 Yo he cavado y bebido las aguas extrañas, he secado con las plantas de mis pies todos los ríos de Egipto.

25 ¿Nunca has oído que desde tiempos antiguos yo lo hice, y que desde los días de la antigüedad lo tengo ideado? Y ahora lo he hecho venir, y tú serás para hacer desolaciones, para reducir las ciudades fortificadas a montones de escombros.

26 Sus moradores fueron de corto poder; fueron acobardados y confundidos; vinieron a ser como la hierba del campo, y como hortaliza verde, como heno de los terrados, marchitado antes de su madurez.

27 He conocido tu situación, tu salida y tu entrada, y tu furor contra mí.

28 Por cuanto te has airado contra mí, por cuanto tu arrogancia ha subido a mis oídos, yo pondré mi garfio en tu nariz, y mi freno en tus labios, y te haré volver por el camino por donde viniste.

29 Y esto te daré por señal, oh Ezequías: Este año comeréis lo que nacerá de suyo, y el segundo año lo que nacerá de suyo; y el tercer año sembraréis, y segaréis, y plantaréis viñas, y comeréis el fruto de ellas.

30 Y lo que hubiere escapado, lo que hubiere quedado de la casa de Judá, volverá a echar raíces abajo, y llevará fruto arriba.

31 Porque saldrá de Jerusalén remanente, y del monte de Sion los que se salven. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto.

32 Por tanto, así dice Jehová acerca del rey de Asiria: No entrará en esta ciudad, ni echará saeta en ella; ni vendrá delante de ella con escudo, ni levantará contra ella baluarte.

33 Por el mismo camino que vino, volverá, y no entrará en esta ciudad, dice Jehová.

34 Porque yo ampararé esta ciudad para salvarla, por amor a mí mismo, y por amor a David mi siervo.

35 Y aconteció que aquella misma noche salió el ángel de Jehová, y mató en el campamento de los asirios a ciento ochenta y cinco mil; y cuando se levantaron por la mañana, he aquí que todo era cuerpos de muertos.

36 Entonces Senaquerib rey de Asiria se fue, y volvió a Nínive, donde se quedó.

37 Y aconteció que mientras él adoraba en el templo de Nisroc su dios, Adramelec y Sarezer sus hijos lo hirieron a espada, y huyeron a tierra de Ararat. Y reinó en su lugar Esarhadón su hijo.

  X


1 Cuando terminaron de hablar, el rey Ezequías rasgó sus vestiduras, se puso un saco y se fue a la Casa de Yavé.

2 En seguida mandó a Elyaquim, a Sobna y a los ancianos de los sacerdotes, todos vestidos con sacos, a donde Isaías, el profeta, hijo de Amós.

3 Ellos lo consultaron así de parte de Ezequías: "Este es un día de angustia, de castigo y de vergüenza. Los hijos están para nacer, y falta la fuerza para darlos a luz.

4 Ojalá que Yavé haya escuchado las palabras del general que mandó el rey asirio para insultar al Dios vivo. Ojalá Yavé, tu Dios, castigue lo que ha oído.

5 Y tú, ruégale por los pocos que todavía quedamos."

6 Isaías les contestó: "Ustedes dirán a su señor esta palabra de Yavé: No te asustes por las injurias que escuchaste, por las blasfemias de los mozos del rey de Asur.

7 Lo voy a impresionar con una noticia, de manera que vuelva a su país, y en su país será asesinado."

8 Se fue el general y encontró al rey de Asur que estaba atacando la ciudad de Libná,

9 pues sabía que el faraón Taraca había salido a atacarlo y por eso se había ido de su campamento de Laquis.

10 De nuevo, el rey de los asirios mandó mensajeros a Ezequías diciéndoles: "Así dirán a Ezequías, rey de Judá: Que no se burle de ti tu Dios en quien confías, cuando te hace creer que no caerá Jerusalén en manos del rey de Asur.

11 Sabes muy bien lo que los reyes de Asur han hecho con todos los demás países y cómo los han destruido totalmente, y ¿crees tú que te vas a librar?

12 ¿Acaso los dioses de las naciones libraron a alguna de las que fueron exterminadas por mis padres? ¡Acuérdate de Gozan, Jarán, Resef, de los arameos que estaban en Telbasar!

13 ¿Dónde está el rey de Jamat, el de Arfad, el de Sefarvaim, el de Hená y el de Avá?"

14 Ezequías tomó la carta que le traían los mensajeros y la leyó. Luego subió a la Casa de Yavé y la desenrolló delante de Yavé.

15 Le dirigió esta súplica: "Yavé, Dios de Israel, que estás sentado sobre los querubines, tú eres el único Dios de todos los reinos de la tierra; tú eres el creador de los cielos y de la tierra. Atiéndeme, Yavé, y escucha.

16 Abre, Yavé, tus ojos y mira. Mira, Yavé, las palabras de Senaquerib con que manda a insultar al Dios vivo.

17 Es cierto, Yavé, que los reyes de Asur han exterminado naciones y sus habitantes,

18 y han arrojado sus dioses al fuego, porque éstos no eran dioses, sino obras de la mano del hombre, hechos de madera o piedra; por eso han sido destruidos.

19 Ahora, pues, Yavé, Dios nuestro, líbranos de caer en sus manos, para que todos los reinos de la tierra sepan que tú, Yavé, eres el único Dios."

20 Isaías, hijo de Amós, mandó a decir a Ezequías: "Esto es lo que dice Yavé, Dios de Israel: He escuchado tu súplica acerca de Senaquerib, rey de Asur.

21 Esta es la sentencia que Yavé pronuncia contra él: La virgen, hija de Sión, te desprecia y se burla de ti. Mueve la cabeza a tus espaldas la hija de Jerusalén.

22 ¿A quién piensas que has insultado tú, y de quién has blasfemado? ¿Para quién tus gritos y tu mirada desafiante? ¡Para el Santo de Israel!

23 Por boca de tus mensajeros has insultado a Yavé y dijiste: Con mis muchos carros armados subo a la cumbre de los montes, a las laderas del Líbano. He derribado sus altos cedros, sus cipreses más hermosos y sus mejores abetos; he penetrado hasta sus últimos refugios y las frondosas selvas de su Carmelo.

24 Yo he cavado pozos, he bebido en tierras extranjeras y secaré bajo la planta de mis pies todos los canales de Egipto."

25 Pero Yavé dice: "He preparado esto que ahora ejecuto. Tú tenías que convertir las ciudades fortificadas en un montón de ruinas.

26 Sus habitantes, de débiles manos, confusos y aterrados, no podían hacer nada. Fueron como hierba del campo, hierba de tejado, pasto quemado por el viento de oriente.

27 Si te levantas o te sientas, si sales o entras, yo lo sé, y también cuando te enojas conmigo.

28 Te has levantado contra mí, he oído hablar de tu orgullo. Por eso, yo pondré mi anillo en tus narices, mi freno en tu boca, y voy a devolverte por el camino por el que has venido."

29 Yavé dice: "La señal será ésta: Coman este año lo que hallen y el año siguiente lo que crece por sí mismo. Al año tercero, podrán sembrar y cosechar, plantar viñas y comer sus frutos.

30 El resto que se salve del pueblo de Judá echará raíces por debajo y frutos en lo alto.

31 Porque saldrá un resto del pueblo de Jerusalén, y supervivientes del monte Sión; el celo amoroso de Yavé de los Ejércitos lo hará."

32 Por eso, así dice Yavé del rey de Asur: "No pondrá pie en esta ciudad, no lanzará flechas contra ella, no levantará escudo, ni la cercará con trincheras. Volverá por el camino que ha venido,

33 no entrará en esta ciudad."

34 Así dice Yavé: "Protegeré esta ciudad y la salvaré para defender mi honor, y por fidelidad a mi siervo David."

35 Aquella misma noche, salió el Ángel de Yavé y mató en el campamento asirio a ciento ochenta y cinco mil soldados; a la hora de despertar, sólo se veían cadáveres.

36 Senaquerib, rey de los asirios, levantó el campamento y se marchó, volviéndose a Nínive, donde permaneció.

37 Un día que estaba arrodillado en el templo de su dios Nisroc, sus hijos Adrammélec y Saréser lo asesinaron a puñaladas y luego se pusieron a salvo en el país de Ararat. Le sucedió en el trono su hijo Asarjadón.