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La Palabra de Dios preservada y viva

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1 Un hijo sabio atiende los consejos de su padre, el burlón no toma en cuenta los reproches.

2 Cada cual comerá del fruto de sus obras: la felicidad será para el justo, la violencia para el impío.

3 El que vigila sus palabras tendrá larga vida, el que habla sin parar, se perjudicará.

4 Si uno se queda en el deseo, no pasa nada: son los activos los que engordan.

5 El hombre bueno siente horror por la mentira, el malvado tira mugre y calumnia.

6 La rectitud protege al hombre recto, la maldad lleva al malvado a su perdición.

7 Uno aparenta ser rico pero nada tiene, otro, ser pobre, y tiene grandes bienes.

8 El rico paga el rescate que lo salva, pero el pobre no se siente amenazado.

9 La luz de los justos brilla, mientras que la lámpara de los malos se apaga.

10 La arrogancia sólo produce peleas, la sabiduría está en escuchar.

11 La fortuna que se adquiere de repente no dura, el que la administra a su ritmo la aumenta.

12 La esperanza diferida desanima, el deseo satisfecho es un árbol de vida.

13 El que menosprecia las advertencias saldrá perdiendo, el que observa los mandamientos será recompensado.

14 La enseñanza del sabio es fuente de vida, permite escapar de los lazos de la muerte.

15 El que actúa con sensatez será apreciado, el camino de los traidores no lleva a ninguna parte.

16 El hombre prudente actúa a sabiendas, el tonto demuestra al instante su locura.

17 Un mensajero mentiroso prepara una desgracia, un mensajero fiel da la ayuda.

18 Miseria y vergüenza para el que rechaza los consejos, el que hace caso a la reprensión será estimado.

19 Es agradable tener lo que uno desea; los tontos no renunciarán al mal.

20 El que anda con sabios se hace sabio, el que frecuenta a los insensatos se pervierte.

21 La mala suerte persigue a los pecadores, la felicidad vendrá a recompensar a los justos.

22 Los buenos dejan a sus hijos y nietos su herencia; la fortuna de los pecadores está reservada al justo.

23 El campo que trabaja el pobre lo alimenta, mientras otros perecen por falta de justicia.

24 No usar el chicote es no amar al hijo: el que lo ama no demora en corregirlo.

25 El justo come y calma su apetito, el estómago de los malos grita de hambre.



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