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La Palabra de Dios preservada y viva

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1 No te jactes del día de mañana: no sabes lo que te reserva ese día.

2 Otro puede hacer tu elogio, pero no tú; otro hablará, no tú.

3 La piedra es pesada y la arena cansadora para caminar; más pesados todavía son los rencores del insensato.

4 La cólera es cruel, el furor tiene sus excesos, pero ¿quién puede hacer frente a la envidia?

5 Más vale una reprensión franca que rencores disimulados.

6 El que te quiere te aporrea; el enemigo te abraza hipócritamente.

7 La boca satisfecha rechaza la miel, a la hambrienta, lo amargo le parece dulce.

8 Como un ave que vuela errante lejos de su nido, así es el hombre que anda lejos de su hogar.

9 El aceite y los perfumes alegran el corazón, la dulzura de la amistad reconforta el alma.

10 No renuncies a tu amigo ni al amigo de tu padre; un amigo cerca vale más que un hermano lejos.

11 Hijo mío, hazte sabio y me darás alegría; así tendré que responder al que me insulta.

12 El hombre cuidadoso advierte el peligro y se pone a salvo; los ingenuos siguen adelante y lo pagan.

13 ¡Quítale su manto porque sirvió de aval a otro, cóbrale la deuda de un extraño!

14 Si uno desea el bien a su vecino gritándole muy fuerte, a lo mejor le desea el mal.

15 Gotera continua todo a lo largo de un día de lluvia, así es la mujer peleadora.

16 ¿Dominarla? sería como coger el viento, o tomar el aceite con la mano.

17 El fierro aguza el fierro; uno se afina en contacto con el prójimo.

18 El que cultiva a la higuera comerá de su fruto, el que cuida de su patrón recibirá un anticipo.

19 Las caras no se parecen y mucho menos los corazones.

20 La muerte y el mundo de abajo nunca están satisfechos: lo mismo el deseo humano.

21 Se prueba la plata en el fuego, se coloca el oro en el crisol: cada uno debe probar a los que lo adulan.

22 Podrías moler al tonto en un mortero, pero su estupidez no lo dejaría.

23 Infórmate bien del estado de tu rebaño, cuida tu ganado,

24 porque la riqueza no es eterna y las reservas no duran generaciones.

25 Cuando se ha cortado la hierba y aparecen los brotes, amontona el pasto en el monte;

26 tendrás corderos para vestirte, cabritos para pagar tu campo,

27 leche de cabra suficiente para que te alimentes tú y mantengas a tus sirvientas.



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