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EZEQUIEL 9 Paralela rv60
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Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)


1 Clamó en mis oídos con gran voz, diciendo: Los verdugos de la ciudad han llegado, y cada uno trae en su mano su instrumento para destruir.

2 Y he aquí que seis varones venían del camino de la puerta de arriba que mira hacia el norte, y cada uno traía en su mano su instrumento para destruir. Y entre ellos había un varón vestido de lino, el cual traía a su cintura un tintero de escribano; y entrados, se pararon junto al altar de bronce.

3 Y la gloria del Dios de Israel se elevó de encima del querubín, sobre el cual había estado, al umbral de la casa; y llamó Jehová al varón vestido de lino, que tenía a su cintura el tintero de escribano,

4 y le dijo Jehová: Pasa por en medio de la ciudad, por en medio de Jerusalén, y ponles una señal en la frente a los hombres que gimen y que claman a causa de todas las abominaciones que se hacen en medio de ella.

5 Y a los otros dijo, oyéndolo yo: Pasad por la ciudad en pos de él, y matad; no perdone vuestro ojo, ni tengáis misericordia.

6 Matad a viejos, jóvenes y vírgenes, niños y mujeres, hasta que no quede ninguno; pero a todo aquel sobre el cual hubiere señal, no os acercaréis; y comenzaréis por mi santuario. Comenzaron, pues, desde los varones ancianos que estaban delante del templo.

7 Y les dijo: Contaminad la casa, y llenad los atrios de muertos; salid. Y salieron, y mataron en la ciudad.

8 Aconteció que cuando ellos iban matando y quedé yo solo, me postré sobre mi rostro, y clamé y dije: ¡Ah, Señor Jehová! ¿destruirás a todo el remanente de Israel derramando tu furor sobre Jerusalén?

9 Y me dijo: La maldad de la casa de Israel y de Judá es grande sobremanera, pues la tierra está llena de sangre, y la ciudad está llena de perversidad; porque han dicho: Ha abandonado Jehová la tierra, y Jehová no ve.

10 Así, pues, haré yo; mi ojo no perdonará, ni tendré misericordia; haré recaer el camino de ellos sobre sus propias cabezas.

11 Y he aquí que el varón vestido de lino, que tenía el tintero a su cintura, respondió una palabra, diciendo: He hecho conforme a todo lo que me mandaste.

  X


1 Gritó con todas sus fuerzas en mis oídos: "¡Castigos de la ciudad, acérquense! ¡Que cada uno lleve en la mano su instrumento de muerte!"

2 Aparecen entonces seis hombres desde el lado de la Puerta Alta, que mira al norte: cada cual lleva en la mano un instrumento de muerte, y en medio de ellos veo a un hombre con un traje de lino, que tiene en la cintura una tablilla de escriba. Vienen a ponerse al lado del altar de bronce,

3 e inmediatamente la Gloria del Dios de Israel, que hasta entonces descansaba sobre los Querubines, se eleva en dirección a la puerta del Templo. Llama al hombre con traje de lino, que lleva en su cintura una tablilla de escriba,

4 y le dice: "Recorre Jerusalén, marca con una cruz en la frente a los hombres que se lamentan y que gimen por todas esas prácticas escandalosas que se realizan en esta ciudad".

5 Luego dice a los otros, de manera que yo lo entienda: "Recorran la ciudad detrás de él y maten. No perdonen a nadie, que su ojo no tenga piedad.

6 Viejos, jóvenes, muchachas, niños y mujeres, mátenlos hasta acabar con ellos. Pero no tocarán a los que tienen la cruz. Comenzarán por mi Santuario". Comienzan pues con la gente que se encontraba delante del Templo.

7 Porque les había dicho: "Llenen los patios de cadáveres, el Templo quedará manchado con ellos; luego salgan y maten en la ciudad".

8 Mientras mataban de esa manera, me postré con el rostro en tierra, gritando y diciéndole. "¡Ay, Yavé, ¿vas a esparcir tu furor por Jerusalén y destruir lo que queda de Israel?"

9 Me respondió: "El pecado de la casa de Israel y de Judá es tan grande que supera toda medida; el país está repleto de sangre y la ciudad, llena de injusticia. Dicen para sí: Yavé ya no se preocupa del país, Yavé ya no ve nada.

10 Por eso, yo tampoco los perdonaré, mi ojo no tendrá piedad. Haré que su comportamiento recaiga sobre su cabeza".

11 En ese momento, el hombre que llevaba un traje de lino y que tenía una tablilla en la cintura, llegó para dar cuenta; declaró: "Hice todo lo que me ordenaste".