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ISAIAS 51 Paralela rv60
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Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)


1 Oídme, los que seguís la justicia, los que buscáis a Jehová. Mirad a la piedra de donde fuisteis cortados, y al hueco de la cantera de donde fuisteis arrancados.

2 Mirad a Abraham vuestro padre, y a Sara que os dio a luz; porque cuando no era más que uno solo lo llamé, y lo bendije y lo multipliqué.

3 Ciertamente consolará Jehová a Sion; consolará todas sus soledades, y cambiará su desierto en paraíso, y su soledad en huerto de Jehová; se hallará en ella alegría y gozo, alabanza y voces de canto.

4 Estad atentos a mí, pueblo mío, y oídme, nación mía; porque de mí saldrá la ley, y mi justicia para luz de los pueblos.

5 Cercana está mi justicia, ha salido mi salvación, y mis brazos juzgarán a los pueblos; a mí me esperan los de la costa, y en mi brazo ponen su esperanza.

6 Alzad a los cielos vuestros ojos, y mirad abajo a la tierra; porque los cielos serán deshechos como humo, y la tierra se envejecerá como ropa de vestir, y de la misma manera perecerán sus moradores; pero mi salvación será para siempre, mi justicia no perecerá.

7 Oídme, los que conocéis justicia, pueblo en cuyo corazón está mi ley. No temáis afrenta de hombre, ni desmayéis por sus ultrajes.

8 Porque como a vestidura los comerá polilla, como a lana los comerá gusano; pero mi justicia permanecerá perpetuamente, y mi salvación por siglos de siglos.

9 Despiértate, despiértate, vístete de poder, oh brazo de Jehová; despiértate como en el tiempo antiguo, en los siglos pasados. ¿No eres tú el que cortó a Rahab, y el que hirió al dragón?

10 ¿No eres tú el que secó el mar, las aguas del gran abismo; el que transformó en camino las profundidades del mar para que pasaran los redimidos?

11 Ciertamente volverán los redimidos de Jehová; volverán a Sion cantando, y gozo perpetuo habrá sobre sus cabezas; tendrán gozo y alegría, y el dolor y el gemido huirán.

12 Yo, yo soy vuestro consolador. ¿Quién eres tú para que tengas temor del hombre, que es mortal, y del hijo de hombre, que es como heno?

13 Y ya te has olvidado de Jehová tu Hacedor, que extendió los cielos y fundó la tierra; y todo el día temiste continuamente del furor del que aflige, cuando se disponía para destruir. ¿Pero en dónde está el furor del que aflige?

14 El preso agobiado será libertado pronto; no morirá en la mazmorra, ni le faltará su pan.

15 Porque yo Jehová, que agito el mar y hago rugir sus ondas, soy tu Dios, cuyo nombre es Jehová de los ejércitos.

16 Y en tu boca he puesto mis palabras, y con la sombra de mi mano te cubrí, extendiendo los cielos y echando los cimientos de la tierra, y diciendo a Sion: Pueblo mío eres tú.

17 Despierta, despierta, levántate, oh Jerusalén, que bebiste de la mano de Jehová el cáliz de su ira; porque el cáliz de aturdimiento bebiste hasta los sedimentos.

18 De todos los hijos que dio a luz, no hay quien la guíe; ni quien la tome de la mano, de todos los hijos que crió.

19 Estas dos cosas te han acontecido: asolamiento y quebrantamiento, hambre y espada. ¿Quién se dolerá de ti? ¿Quién te consolará?

20 Tus hijos desmayaron, estuvieron tendidos en las encrucijadas de todos los caminos, como antílope en la red, llenos de la indignación de Jehová, de la ira del Dios tuyo.

21 Oye, pues, ahora esto, afligida, ebria, y no de vino:

22 Así dijo Jehová tu Señor, y tu Dios, el cual aboga por su pueblo: He aquí he quitado de tu mano el cáliz de aturdimiento, los sedimentos del cáliz de mi ira; nunca más lo beberás.

23 Y lo pondré en mano de tus angustiadores, que dijeron a tu alma: Inclínate, y pasaremos por encima de ti. Y tú pusiste tu cuerpo como tierra, y como camino, para que pasaran.

  X


1 Escúchenme ustedes, que anhelan la justicia y que buscan a Yavé.

2 Vuelvan a su origen, miren la roca, la cantera de donde fueron sacados; miren a Abraham, su padre, y a Sara, que los dio a luz. Era uno solo cuando lo llamé, pero lo bendije y se multiplicó.

3 Pues bien, Yavé se ha compadecido de Sión y ahora quiere dar vida a sus ruinas, transformar su soledad en un Paraíso y su sequedad en un jardín de Yavé. Entonces se lo agradecerán, tocando música y lanzando vivas de entusiasmo y de alegría.

4 Pueblos, pónganme atención, y escúchenme, naciones, porque de mí saldrá la Ley y mis sentencias que serán la luz de los pueblos.

5 Mi justicia está por llegar; ya he mandado mi salvación y aquí vengo yo para gobernar a los pueblos. Las islas también esperan en mí y cuentan con mi intervención.

6 Levanten los ojos al cielo y miren después al suelo. Miren que los cielos se derriten y se hacen humo y la tierra se deshace como la ropa mientras sus habitantes mueren como moscas. Pero mi salvación durará para siempre y mi justicia nunca se acabará.

7 Atiéndanme, ustedes que andan derecho, pueblo mío que tienes mi ley en tu corazón. No teman las injurias de los hombres ni se desmoralicen por sus insultos.

8 Porque la polilla los roerá como ropa, y sus larvas se los comerán como lana. Pero mi justicia durará para siempre y mi salvación seguirá de siglos en siglos.

9 ¡Despiértate, despiértate con toda tu fuerza, brazo de Yavé! Despiértate como pasó antes, en los tiempos antiguos. ¿No eres tú quien destrozó a Rahab y traspasó al dragón?

10 ¿No eres tú el que secó el mar y las aguas profundas, e hiciste del fondo del mar un camino para que pasaran los que rescatabas?

11 Así volverán los que ha salvado Yavé. Entrarán a Sión entre gritos de alegría, una dicha imperecedera hará brillar sus rostros. ¡Alegría y felicidad los acompañarán, y lejos quedarán las penas y los suspiros!

12 Yo, yo soy el que te consuela. ¿Por qué tienes miedo a los hombres que mueren, a un hijo de hombre que desaparecerá como el pasto?

13 ¿Acaso te has olvidado de Yavé, que te creó, que extendió los cielos y que fundó la tierra? Pues te lo pasas siempre asustado al ver la rabia del tirano, que trata, por todos los medios, de destruirte. Pero, ¿dónde está ahora su rabia?

14 Muy pronto saldrá en libertad el prisionero; no morirá en el calabozo, ni le faltará más el pan.

15 Yo soy Yavé, tu Dios, que muevo el mar y hago rugir sus olas, mi nombre es Yavé de los Ejércitos.

16 Cuando estaba estirando los cielos y echando los cimientos de la tierra, coloqué mis palabras en tu boca y te escondí bajo mi mano. Y dije a Sión: "Tú eres mi pueblo."

17 ¡Despierta, despierta, levántate, Jerusalén! Tú que te serviste de la misma mano de Yavé la copa que contenía su enojo y que hace perder los sentidos, te la tomaste hasta dejarla vacía.

18 Ella, que tuvo tantos hijos, no tiene ni uno para que la lleve; y, de todos los hijos que crió, no queda nadie para que la sostenga.

19 ¿Quién te dará el pésame por estas dos desgracias que te han ocurrido: saqueo y ruina, hambre y espada?

20 Has visto a tus hijos tirados, sin fuerzas, en las esquinas de las calles, como un antílope en una trampa, desmayados por el enojo de Yavé, por las amenazas de tu Dios.

21 Por esto, óyeme, infeliz, que te has embriagado con algo que no es vino.

22 Así te habla tu Señor, Yavé, tu Dios, defensor de tu pueblo: Yo quito de tu mano la copa que hace perder los sentidos, la copa de mi enojo; tú ya no volverás a tomarla.

23 Yo se la pasaré a tus opresores que decían: Agáchate, para que pasemos por encima. Y tu espalda quedó como un camino por donde pasaba la gente.