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MATEO 26 Paralela rv60
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Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)


1 Cuando hubo acabado Jesús todas estas palabras, dijo a sus discípulos:

2 Sabéis que dentro de dos días se celebra la pascua, y el Hijo del Hombre será entregado para ser crucificado.

3 Entonces los principales sacerdotes, los escribas, y los ancianos del pueblo se reunieron en el patio del sumo sacerdote llamado Caifás,

4 y tuvieron consejo para prender con engaño a Jesús, y matarle.

5 Pero decían: No durante la fiesta, para que no se haga alboroto en el pueblo.

6 Y estando Jesús en Betania, en casa de Simón el leproso,

7 vino a él una mujer, con un vaso de alabastro de perfume de gran precio, y lo derramó sobre la cabeza de él, estando sentado a la mesa.

8 Al ver esto, los discípulos se enojaron, diciendo: ¿Para qué este desperdicio?

9 Porque esto podía haberse vendido a gran precio, y haberse dado a los pobres.

10 Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Por qué molestáis a esta mujer? pues ha hecho conmigo una buena obra.

11 Porque siempre tendréis pobres con vosotros, pero a mí no siempre me tendréis.

12 Porque al derramar este perfume sobre mi cuerpo, lo ha hecho a fin de prepararme para la sepultura.

13 De cierto os digo que dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella.

14 Entonces uno de los doce, que se llamaba Judas Iscariote, fue a los principales sacerdotes,

15 y les dijo: ¿Qué me queréis dar, y yo os lo entregaré? Y ellos le asignaron treinta piezas de plata.

16 Y desde entonces buscaba oportunidad para entregarle.

17 El primer día de la fiesta de los panes sin levadura, vinieron los discípulos a Jesús, diciéndole: ¿Dónde quieres que preparemos para que comas la pascua?

18 Y él dijo: Id a la ciudad a cierto hombre, y decidle: El Maestro dice: Mi tiempo está cerca; en tu casa celebraré la pascua con mis discípulos.

19 Y los discípulos hicieron como Jesús les mandó, y prepararon la pascua.

20 Cuando llegó la noche, se sentó a la mesa con los doce.

21 Y mientras comían, dijo: De cierto os digo, que uno de vosotros me va a entregar.

22 Y entristecidos en gran manera, comenzó cada uno de ellos a decirle: ¿Soy yo, Señor?

23 Entonces él respondiendo, dijo: El que mete la mano conmigo en el plato, ése me va a entregar.

24 A la verdad el Hijo del Hombre va, según está escrito de él, mas ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es entregado! Bueno le fuera a ese hombre no haber nacido.

25 Entonces respondiendo Judas, el que le entregaba, dijo: ¿Soy yo, Maestro? Le dijo: Tú lo has dicho.

26 Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo.

27 Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos;

28 porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados.

29 Y os digo que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre.

30 Y cuando hubieron cantado el himno, salieron al monte de los Olivos.

31 Entonces Jesús les dijo: Todos vosotros os escandalizaréis de mí esta noche; porque escrito está: Heriré al pastor, y las ovejas del rebaño serán dispersadas.

32 Pero después que haya resucitado, iré delante de vosotros a Galilea.

33 Respondiendo Pedro, le dijo: Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré.

34 Jesús le dijo: De cierto te digo que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces.

35 Pedro le dijo: Aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré. Y todos los discípulos dijeron lo mismo.

36 Entonces llegó Jesús con ellos a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que voy allí y oro.

37 Y tomando a Pedro, y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera.

38 Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo.

39 Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú.

40 Vino luego a sus discípulos, y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: ¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora?

41 Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.

42 Otra vez fue, y oró por segunda vez, diciendo: Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad.

43 Vino otra vez y los halló durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados de sueño.

44 Y dejándolos, se fue de nuevo, y oró por tercera vez, diciendo las mismas palabras.

45 Entonces vino a sus discípulos y les dijo: Dormid ya, y descansad. He aquí ha llegado la hora, y el Hijo del Hombre es entregado en manos de pecadores.

46 Levantaos, vamos; ved, se acerca el que me entrega.

47 Mientras todavía hablaba, vino Judas, uno de los doce, y con él mucha gente con espadas y palos, de parte de los principales sacerdotes y de los ancianos del pueblo.

48 Y el que le entregaba les había dado señal, diciendo: Al que yo besare, ése es; prendedle.

49 Y en seguida se acercó a Jesús y dijo: ¡Salve, Maestro! Y le besó.

50 Y Jesús le dijo: Amigo, ¿a qué vienes? Entonces se acercaron y echaron mano a Jesús, y le prendieron.

51 Pero uno de los que estaban con Jesús, extendiendo la mano, sacó su espada, e hiriendo a un siervo del sumo sacerdote, le quitó la oreja.

52 Entonces Jesús le dijo: Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomen espada, a espada perecerán.

53 ¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y que él no me daría más de doce legiones de ángeles?

54 ¿Pero cómo entonces se cumplirían las Escrituras, de que es necesario que así se haga?

55 En aquella hora dijo Jesús a la gente: ¿Como contra un ladrón habéis salido con espadas y con palos para prenderme? Cada día me sentaba con vosotros enseñando en el templo, y no me prendisteis.

56 Mas todo esto sucede, para que se cumplan las Escrituras de los profetas. Entonces todos los discípulos, dejándole, huyeron.

57 Los que prendieron a Jesús le llevaron al sumo sacerdote Caifás, adonde estaban reunidos los escribas y los ancianos.

58 Mas Pedro le seguía de lejos hasta el patio del sumo sacerdote; y entrando, se sentó con los alguaciles, para ver el fin.

59 Y los principales sacerdotes y los ancianos y todo el concilio, buscaban falso testimonio contra Jesús, para entregarle a la muerte,

60 y no lo hallaron, aunque muchos testigos falsos se presentaban. Pero al fin vinieron dos testigos falsos,

61 que dijeron: Este dijo: Puedo derribar el templo de Dios, y en tres días reedificarlo.

62 Y levantándose el sumo sacerdote, le dijo: ¿No respondes nada? ¿Qué testifican éstos contra ti?

63 Mas Jesús callaba. Entonces el sumo sacerdote le dijo: Te conjuro por el Dios viviente, que nos digas si eres tú el Cristo, el Hijo de Dios.

64 Jesús le dijo: Tú lo has dicho; y además os digo, que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo.

65 Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo: ¡Ha blasfemado! ¿Qué más necesidad tenemos de testigos? He aquí, ahora mismo habéis oído su blasfemia.

66 ¿Qué os parece? Y respondiendo ellos, dijeron: ¡Es reo de muerte!

67 Entonces le escupieron en el rostro, y le dieron de puñetazos, y otros le abofeteaban,

68 diciendo: Profetízanos, Cristo, quién es el que te golpeó.

69 Pedro estaba sentado fuera en el patio; y se le acercó una criada, diciendo: Tú también estabas con Jesús el galileo.

70 Mas él negó delante de todos, diciendo: No sé lo que dices.

71 Saliendo él a la puerta, le vio otra, y dijo a los que estaban allí: También éste estaba con Jesús el nazareno.

72 Pero él negó otra vez con juramento: No conozco al hombre.

73 Un poco después, acercándose los que por allí estaban, dijeron a Pedro: Verdaderamente también tú eres de ellos, porque aun tu manera de hablar te descubre.

74 Entonces él comenzó a maldecir, y a jurar: No conozco al hombre. Y en seguida cantó el gallo.

75 Entonces Pedro se acordó de las palabras de Jesús, que le había dicho: Antes que cante el gallo, me negarás tres veces. Y saliendo fuera, lloró amargamente.

  X


1 Cuando Jesús terminó todos estos discursos, dijo a sus discípulos:

2 "Ustedes saben que la Pascua cae dentro de dos días, y el Hijo del Hombre será entregado para ser crucificado."

3 Por entonces, los jefes de los sacerdotes y las autoridades judías se reunieron en el palacio del sumo sacerdote, que se llamaba Caifás,

4 y se pusieron de acuerdo para detener a Jesús con artimaña y darle muerte.

5 Pero se decían: "No será durante la fiesta, para que el pueblo no se alborote."

6 Jesús se encontraba en Betania, en casa de Simón el leproso.

7 Se acercó a él una mujer mientras estaba a la mesa, con un frasco de mármol precioso lleno de un perfume muy caro, y se lo derramó en la cabeza.

8 Al ver esto, los discípulos protestaban: "¿Para qué tanto derroche?

9 Este perfume se podía haber vendido muy caro, para ayudar a los pobres."

10 Jesús se dio cuenta y les dijo: "¿Por qué molestan a esta mujer? Lo que ha hecho conmigo es realmente una buena obra.

11 Siempre tienen a los pobres con ustedes, pero a mí no me tendrán siempre.

12 Al derramar este perfume sobre mi cuerpo, ella preparaba mi entierro.

13 En verdad les digo: dondequiera que se proclame el Evangelio, en todo el mundo, se contará también su gesto, y será su gloria."

14 Entonces uno de los Doce, que se llamaba Judas Iscariote, se presentó a los jefes de los sacerdotes

15 y les dijo: "¿Cuánto me darán si se lo entrego?" Ellos prometieron darle treinta monedas de plata.

16 Y a partir de ese momento, Judas andaba buscando una oportunidad para entregárselo.

17 El primer día de la Fiesta en que se comía el pan sin levadura, los discípulos se acercaron a Jesús y le dijeron: "¿Dónde quieres que preparemos la comida de la Pascua?"

18 Jesús contestó: "Vayan a la ciudad, a casa de tal hombre, y díganle: El Maestro te manda decir: Mi hora se acerca y quiero celebrar la Pascua con mis discípulos en tu casa."

19 Los discípulos hicieron tal como Jesús les había ordenado y prepararon la Pascua.

20 Llegada la tarde, Jesús se sentó a la mesa con los Doce.

21 Y mientras comían, les dijo: "En verdad les digo: uno de ustedes me va a traicionar."

22 Se sintieron profundamente afligidos, y uno a uno comenzaron a preguntarle: "¿Seré yo, Señor?"

23 El contestó: "El que me va a entregar es uno de los que mojan su pan conmigo en el plato.

24 El Hijo del Hombre se va, como dicen las Escrituras, pero ¡pobre de aquel que entrega al Hijo del Hombre! ¡Sería mejor para él no haber nacido!"

25 Judas, el que lo iba a entregar, le preguntó también: "¿Seré yo acaso, Maestro?" Jesús respondió: "Tú lo has dicho."

26 Mientras comían, Jesús tomó pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: "Tomen y coman; esto es mi cuerpo."

27 Después tomó una copa, dio gracias y se la pasó diciendo: "Beban todos de ella:

28 esto es mi sangre, la sangre de la Alianza, que es derramada por una muchedumbre, para el perdón de sus pecados.

29 Y les digo que desde ahora no volveré a beber del zumo de cepas, hasta el día en que lo beba nuevo con ustedes en el Reino de mi Padre."

30 Después de cantar los salmos, partieron para el monte de los Olivos.

31 Entonces Jesús les dijo: "Todos ustedes caerán esta noche: ya no sabrán qué pensar de mí. Pues dice la Escritura: Heriré al Pastor y se dispersarán las ovejas.

32 Pero después de mi resurrección iré delante de ustedes a Galilea."

33 Pedro empezó a decirle: "Aunque todos tropiecen, yo nunca dudaré de ti."

34 Jesús le replicó: "Yo te aseguro que esta misma noche, antes de que cante el gallo, me habrás negado tres veces."

35 Pedro insistió: "Aunque tenga que morir contigo, jamás te negaré". Y los demás discípulos le aseguraban lo mismo.

36 Llegó Jesús con ellos a un lugar llamado Getsemaní y dijo a sus discípulos: "Siéntense aquí, mientras yo voy más allá a orar."

37 Tomó consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo y comenzó a sentir tristeza y angustia.

38 Y les dijo: "Siento una tristeza de muerte. Quédense aquí conmigo y permanezcan despiertos."

39 Fue un poco más adelante y, postrándose hasta tocar la tierra con su cara, oró así: "Padre, si es posible, que esta copa se aleje de mí. Pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tú."

40 Volvió donde sus discípulos, y los halló dormidos; y dijo a Pedro: "¿De modo que no pudieron permanecer despiertos ni una hora conmigo?

41 Estén despiertos y recen para que no caigan en la tentación. El espíritu es animoso, pero la carne es débil."

42 De nuevo se apartó por segunda vez a orar: "Padre, si esta copa no puede ser apartada de mí sin que yo la beba, que se haga tu voluntad."

43 Volvió otra vez donde los discípulos y los encontró dormidos, pues se les cerraban los ojos de sueño.

44 Los dejó, pues, y fue de nuevo a orar por tercera vez repitiendo las mismas palabras.

45 Entonces volvió donde los discípulos y les dijo: "¡Ahora pueden dormir y descansar! Ha llegado la hora y el Hijo del Hombre es entregado en manos de pecadores.

46 ¡Levántense, vamos! El traidor ya está por llegar."

47 Estaba todavía hablando, cuando llegó Judas, uno de los Doce. Iba acompañado de una chusma armada con espadas y garrotes, enviada por los jefes de los sacerdotes y por las autoridades judías.

48 El traidor les había dado esta señal: "Al que yo dé un beso, ése es; arréstenlo."

49 Se fue directamente donde Jesús y le dijo: "Buenas noches, Maestro." Y le dio un beso.

50 Jesús le dijo: "Amigo, haz lo que vienes a hacer." Entonces se acercaron a Jesús y lo arrestaron.

51 Uno de los que estaban con Jesús sacó la espada e hirió al sirviente del sumo sacerdote, cortándole una oreja.

52 Entonces Jesús le dijo: "Vuelve la espada a su sitio, pues quien usa la espada, perecerá por la espada.

53 ¿No sabes que podría invocar a mi Padre y él, al momento, me mandaría más de doce ejércitos de ángeles?

54 Pero así había de suceder, y tienen que cumplirse las Escrituras."

55 En ese momento, Jesús dijo a la gente: "A lo mejor buscan un ladrón y por eso salieron a detenerme con espadas y palos. Yo sin embargo me sentaba diariamente entre ustedes en el Templo para enseñar, y no me detuvieron.

56 Pero todo ha pasado para que así se cumpliera lo escrito en los Profetas." Entonces todos los discípulos abandonaron a Jesús y huyeron.

57 Los que tomaron preso a Jesús lo llevaron a casa del sumo sacerdote Caifás, donde se habían reunido los maestros de la Ley y las autoridades judías.

58 Pedro lo iba siguiendo de lejos, hasta llegar al palacio del sumo sacerdote. Entró en el patio y se sentó con los policías del Templo, para ver en qué terminaba todo.

59 Los jefes de los sacerdotes y el Consejo Supremo andaban buscando alguna declaración falsa contra Jesús, para poderlo condenar a muerte.

60 Pero pasaban los falsos testigos y no se encontraba nada. Al fin llegaron dos

61 que declararon: "Este hombre dijo: Yo soy capaz de destruir el Templo de Dios y de reconstruirlo en tres días."

62 Entonces el sumo sacerdote se puso de pie y preguntó a Jesús: "¿No tienes nada que responder? ¿Qué es esto que declaran en contra tuya?"

63 Pero Jesús se quedó callado. Entonces el sumo sacerdote le dijo: "En el nombre del Dios vivo te ordeno que nos contestes: ¿Eres tú el Mesías, el Hijo de Dios?"

64 Jesús le respondió: "Así es, tal como tú lo has dicho. Y yo les digo más: a partir de ahora ustedes contemplarán al Hijo del Hombre sentado a la derecha del Dios Todopoderoso, y lo verán venir sobre las nubes del cielo."

65 Entonces el sumo sacerdote se rasgó las ropas, diciendo: "¡Ha blasfemado! ¿Para qué necesitamos más testigos? Ustedes mismos acaban de oír estas palabras blasfemas.

66 ¿Qué deciden ustedes?" Ellos contestaron: "¡Merece la muerte!"

67 Luego comenzaron a escupirle en la cara y a darle bofetadas, mientras otros lo golpeaban

68 diciéndole: "Mesías, ¡adivina quién te pegó!"

69 Mientras Pedro estaba sentado fuera, en el patio, se le acercó una sirvienta de la casa y le dijo: "Tú también estabas con Jesús de Galilea."

70 Pero él lo negó delante de todos, diciendo: "No sé de qué estás hablando."

71 Y como Pedro se dirigiera hacia la salida, lo vio otra sirvienta, que dijo a los presentes: "Este hombre andaba con Jesús de Nazaret."

72 Pedro lo negó por segunda vez, jurando: "Yo no conozco a ese hombre."

73 Un poco después se acercaron los que estaban allí y dijeron a Pedro: "Sin duda que eres uno de los galileos: se nota por tu modo de hablar."

74 Entonces Pedro empezó a proferir maldiciones y a afirmar con juramento que no conocía a aquel hombre. Y en aquel mismo momento cantó un gallo.

75 Entonces Pedro se acordó de las palabras que Jesús le había dicho: "Antes de que cante el gallo me negarás tres veces". Y saliendo fuera, lloró amargamente.