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MATEO 5 Paralela rv60
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Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)


1 Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a él sus discípulos.

2 Y abriendo su boca les enseñaba, diciendo:

3 Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.

4 Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.

5 Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad.

6 Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.

7 Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.

8 Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.

9 Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.

10 Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.

11 Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo.

12 Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.

13 Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres.

14 Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder.

15 Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa.

16 Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que están los cielos.

17 No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir.

18 Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido.

19 De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos.

20 Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.

21 Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio.

22 Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego.

23 Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti,

24 deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.

25 Ponte de acuerdo con tu adversario pronto, entre tanto que estás con él en el camino, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al alguacil, y seas echado en la cárcel.

26 De cierto te digo que no saldrás de allí, hasta que pagues el último cuadrante.

27 Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio.

28 Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.

29 Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.

30 Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala, y échala de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.

31 También fue dicho: Cualquiera que repudie a su mujer, dele carta de divorcio.

32 Pero yo os digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere; y el que se casa con la repudiada, comete adulterio.

33 Además habéis oído que fue dicho a los antiguos: No perjurarás, sino cumplirás al Señor tus juramentos.

34 Pero yo os digo: No juréis en ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono de Dios;

35 ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey.

36 Ni por tu cabeza jurarás, porque no puedes hacer blanco o negro un solo cabello.

37 Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede.

38 Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente.

39 Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra;

40 y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa;

41 y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, vecon él dos.

42 Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses.

43 Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo.

44 Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen;

45 para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos.

46 Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos?

47 Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles?

48 Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.

  X


1 Jesús, al ver toda aquella muchedumbre, subió al monte. Se sentó y sus discípulos se reunieron a su alrededor.

2 Entonces comenzó a hablar y les enseñaba diciendo:

3 "Felices los que tienen el espíritu del pobre, porque de ellos es el Reino de los Cielos.

4 Felices los que lloran, porque recibirán consuelo.

5 Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia.

6 Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.

7 Felices los compasivos, porque obtendrán misericordia.

8 Felices los de corazón limpio, porque verán a Dios.

9 Felices los que trabajan por la paz, porque serán reconocidos como hijos de Dios.

10 Felices los que son perseguidos por causa del bien, porque de ellos es el Reino de los Cielos.

11 Felices ustedes, cuando por causa mía los insulten, los persigan y les levanten toda clase de calumnias.

12 Alégrense y muéstrense contentos, porque será grande la recompensa que recibirán en el cielo. Pues bien saben que así persiguieron a los profetas que vivieron antes de ustedes.

13 Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal deja de ser sal, ¿cómo podrá ser salada de nuevo? Ya no sirve para nada, por lo que se tira afuera y es pisoteada por la gente.

14 Ustedes son la luz del mundo: ¿cómo se puede esconder una ciudad asentada sobre un monte?

15 Nadie enciende una lámpara para taparla con un cajón; la ponen más bien sobre un candelero, y alumbra a todos los que están en la casa.

16 Hagan, pues, que brille su luz ante los hombres; que vean estas buenas obras, y por ello den gloria al Padre de ustedes que está en los Cielos.

17 No crean que he venido a suprimir la Ley o los Profetas. He venido, no para deshacer, sino para llevar a la forma perfecta.

18 En verdad les digo: mientras dure el cielo y la tierra, no pasará una letra o una coma de la Ley hasta que todo se realice.

19 Por tanto, el que ignore el último de esos mandamientos y enseñe a los demás a hacer lo mismo, será el más pequeño en el Reino de los Cielos. En cambio el que los cumpla y los enseñe, será grande en el Reino de los Cielos.

20 Yo se lo digo: si no hay en ustedes algo mucho más perfecto que lo de los Fariseos, o de los maestros de la Ley, ustedes no pueden entrar en el Reino de los Cielos.

21 Ustedes han escuchado lo que se dijo a sus antepasados: "No matarás; el homicida tendrá que enfrentarse a un juicio."

22 Pero yo les digo: Si uno se enoja con su hermano, es cosa que merece juicio. El que ha insultado a su hermano, merece ser llevado ante el Tribunal Supremo; si lo ha tratado de renegado de la fe, merece ser arrojado al fuego del infierno.

23 Por eso, si tú estás para presentar tu ofrenda en el altar, y te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti,

24 deja allí mismo tu ofrenda ante el altar, y vete antes a hacer las paces con tu hermano; después vuelve y presenta tu ofrenda.

25 Trata de llegar a un acuerdo con tu adversario mientras van todavía de camino al juicio. ¿O prefieres que te entregue al juez, y el juez a los guardias, que te encerrarán en la cárcel?

26 En verdad te digo: no saldrás de allí hasta que hayas pagado hasta el último centavo.

27 Ustedes han oído que se dijo: "No cometerás adulterio."

28 Pero yo les digo: Quien mira a una mujer con malos deseos, ya cometió adulterio con ella en su corazón.

29 Por eso, si tu ojo derecho te está haciendo caer, sácatelo y tíralo lejos; porque más te conviene perder una parte de tu cuerpo y no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno.

30 Y si tu mano derecha te lleva al pecado, córtala y aléjala de ti; porque es mejor que pierdas una parte de tu cuerpo y no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno.

31 También se dijo: "El que se divorcie de su mujer, debe darle un certificado de divorcio."

32 Pero yo les digo: Si un hombre se divorcia de su mujer, a no ser por motivo de infidelidad, es como mandarla a cometer adulterio: el hombre que se case con la mujer divorciada, cometerá adulterio.

33 Ustedes han oído lo que se dijo a sus antepasados: "No jurarás en falso, y cumplirás lo que has jurado al Señor."

34 Pero yo les digo: ¡No juren! No juren por el cielo, porque es el trono de Dios;

35 ni por la tierra, que es la tarima de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del Gran Rey.

36 Tampoco jures por tu propia cabeza, pues no puedes hacer blanco o negro ni uno solo de tus cabellos.

37 Digan sí cuando es sí, y no cuando es no; cualquier otra cosa que se le añada, viene del demonio.

38 Ustedes han oído que se dijo: "Ojo por ojo y diente por diente."

39 Pero yo les digo: No resistan al malvado. Antes bien, si alguien te golpea en la mejilla derecha, ofrécele también la otra.

40 Si alguien te hace un pleito por la camisa, entrégale también el manto.

41 Si alguien te obliga a llevarle la carga, llévasela el doble más lejos.

42 Da al que te pida, y al que espera de ti algo prestado, no le vuelvas la espalda.

43 Ustedes han oído que se dijo: "Amarás a tu prójimo y no harás amistad con tu enemigo."

44 Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y recen por sus perseguidores,

45 para que así sean hijos de su Padre que está en los Cielos. Porque él hace brillar su sol sobre malos y buenos, y envía la lluvia sobre justos y pecadores.

46 Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué mérito tiene? También los cobradores de impuestos lo hacen.

47 Y si saludan sólo a sus amigos, ¿qué tiene de especial? También los paganos se comportan así.

48 Por su parte, sean ustedes perfectos como es perfecto el Padre de ustedes que está en el Cielo.