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SALMOS 104 Paralela rv60
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Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)


1 Bendice, alma mía, a Jehová. Jehová Dios mío, mucho te has engrandecido; Te has vestido de gloria y de magnificencia.

2 El que se cubre de luz como de vestidura, Que extiende los cielos como una cortina,

3 Que establece sus aposentos entre las aguas, El que pone las nubes por su carroza, El que anda sobre las alas del viento;

4 El que hace a los vientos sus mensajeros, Y a las flamas de fuego sus ministros.

5 El fundó la tierra sobre sus cimientos; No será jamás removida.

6 Con el abismo, como con vestido, la cubriste; Sobre los montes estaban las aguas.

7 A tu reprensión huyeron; Al sonido de tu trueno se apresuraron;

8 Subieron los montes, descendieron los valles, Al lugar que tú les fundaste.

9 Les pusiste término, el cual no traspasarán, Ni volverán a cubrir la tierra.

10 Tú eres el que envía las fuentes por los arroyos; Van entre los montes;

11 Dan de beber a todas las bestias del campo; Mitigan su sed los asnos monteses.

12 A sus orillas habitan las aves de los cielos; Cantan entre las ramas.

13 El riega los montes desde sus aposentos; Del fruto de sus obras se sacia la tierra.

14 El hace producir el heno para las bestias, Y la hierba para el servicio del hombre, Sacando el pan de la tierra,

15 Y el vino que alegra el corazón del hombre, El aceite que hace brillar el rostro, Y el pan que sustenta la vida del hombre.

16 Se llenan de savia los árboles de Jehová, Los cedros del Líbano que él plantó.

17 Allí anidan las aves; En las hayas hace su casa la cigüeña.

18 Los montes altos para las cabras monteses; Las peñas, madrigueras para los conejos.

19 Hizo la luna para los tiempos; El sol conoce su ocaso.

20 Pones las tinieblas, y es la noche; En ella corretean todas las bestias de la selva.

21 Los leoncillos rugen tras la presa, Y para buscar de Dios su comida.

22 Sale el sol, se recogen, Y se echan en sus cuevas.

23 Sale el hombre a su labor, Y a su labranza hasta la tarde.

24 ¡Cuán innumerables son tus obras, oh Jehová! Hiciste todas ellas con sabiduría; La tierra está llena de tus beneficios.

25 He allí el grande y anchuroso mar, En donde se mueven seres innumerables, Seres pequeños y grandes.

26 Allí andan las naves; Allí este leviatán que hiciste para que jugase en él.

27 Todos ellos esperan en ti, Para que les des su comida a su tiempo.

28 Les das, recogen; Abres tu mano, se sacian de bien.

29 Escondes tu rostro, se turban; Les quitas el hálito, dejan de ser, Y vuelven al polvo.

30 Envías tu Espíritu, son creados, Y renuevas la faz de la tierra.

31 Sea la gloria de Jehová para siempre; Alégrese Jehová en sus obras.

32 El mira a la tierra, y ella tiembla; Toca los montes, y humean.

33 A Jehová cantaré en mi vida; A mi Dios cantaré salmos mientras viva.

34 Dulce será mi meditación en él; Yo me regocijaré en Jehová.

35 Sean consumidos de la tierra los pecadores, Y los impíos dejen de ser. Bendice, alma mía, a Jehová. Aleluya.

  X


1 ¡Bendice al Señor, alma mía! ¡Eres muy grande, oh Señor, mi Dios, vestido de gloria y majestad,

2 envuelto de luz como de un manto. Tú despliegas los cielos como un toldo,

3 construyes sobre las aguas tu piso alto. Tú haces tu carro de las nubes y avanzas en alas de los vientos.

4 Tomas de mensajeros a los vientos y como servidores un fuego en llamas.

5 Pusiste la tierra sobre sus bases, por siempre jamás es inamovible.

6 La cubres con el manto de los océanos, las aguas se han detenido en las montañas.

7 Ante tu amenaza emprenden la fuga, se precipitan a la voz de tu trueno;

8 suben los montes, bajan por los valles hasta el lugar que tú les señalaste;

9 pusiste un límite que no franquearán, para que no vuelvan a cubrir la tierra.

10 Haces brotar vertientes en las quebradas, que corren por en medio de los montes,

11 calman la sed de todos los animales; allí extinguen su sed los burros salvajes.

12 Aves del cielo moran cerca de ellas, entremedio del follaje alzan sus trinos.

13 De lo alto de tus moradas riegas los montes, sacias la tierra del fruto de tus obras;

14 haces brotar el pasto para el ganado y las plantas que el hombre ha de cultivar, para que de la tierra saque el pan

15 y el vino que alegra el corazón del hombre. El aceite le dará brillo a su rostro y el pan fortificará su corazón.

16 Los árboles del Señor están colmados, los cedros del Líbano que plantó.

17 Allí hacen sus nidos los pajaritos, en su copa tiene su casa la cigüeña;

18 para las cabras son los altos montes, las rocas son escondrijo de los conejos.

19 Pusiste la luna para el calendario y el sol que sabe a qué hora ha de ponerse.

20 Tú traes las tinieblas y es de noche, en que rondan todas las fieras de la selva;

21 rugen los leoncitos por su presa reclamando a Dios su alimento.

22 Cuando el sol aparece, se retiran y vuelven a acostarse en sus guaridas;

23 el hombre entonces sale a su trabajo, a su labor, hasta que entre la noche.

24 ¡Señor, qué numerosas son tus obras! Todas las has hecho con sabiduría, de tus criaturas la tierra está repleta!

25 Mira el gran mar, vasto en todo sentido, allí bullen en número incontable pequeños y grandes animales;

26 por allí circulan los navíos y Leviatán que hiciste para entretenerte.

27 Todas esas criaturas de ti esperan que les des a su tiempo el alimento;

28 apenas se lo das, ellos lo toman, abres tu mano, y sacian su apetito.

29 Si escondes tu cara, quedan anonadados, recoges su espíritu, expiran y retornan a su polvo.

30 Si envías tu espíritu, son creados y así renuevas la faz de la tierra.

31 ¡Que la gloria del Señor dure por siempre y en sus obras el Señor se regocije!

32 él, que mira a la tierra y ésta tiembla, y si toca a los montes, echan humo.

33 Al Señor quiero cantar toda mi vida, salmodiar para mi Dios mientras yo exista.

34 Ojalá que le agrade mi poema, yo, como sea, me alegro en el Señor.

35 ¡Desaparezcan de la tierra los pecadores y que no existan más los malvados! ¡Alma mía, bendice al Señor!