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La Palabra de Dios preservada y viva

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SALMOS 144 Paralela rv60
y bla95

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Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)


1 Bendito sea Jehová, mi roca, Quien adiestra mis manos para la batalla, Y mis dedos para la guerra;

2 Misericordia mía y mi castillo, Fortaleza mía y mi libertador, Escudo mío, en quien he confiado; El que sujeta a mi pueblo debajo de mí.

3 Oh Jehová, ¿qué es el hombre, para que en él pienses, O el hijo de hombre, para que lo estimes?

4 El hombre es semejante a la vanidad; Sus días son como la sombra que pasa.

5 Oh Jehová, inclina tus cielos y desciende; Toca los montes, y humeen.

6 Despide relámpagos y disípalos, Envía tus saetas y túrbalos.

7 Envía tu mano desde lo alto; Redímeme, y sácame de las muchas aguas, De la mano de los hombres extraños,

8 Cuya boca habla vanidad, Y cuya diestra es diestra de mentira.

9 Oh Dios, a ti cantaré cántico nuevo; Con salterio, con decacordio cantaré a ti.

10 Tú, el que da victoria a los reyes, El que rescata de maligna espada a David su siervo.

11 Rescátame, y líbrame de la mano de los hombres extraños, Cuya boca habla vanidad, Y cuya diestra es diestra de mentira.

12 Sean nuestros hijos como plantas crecidas en su juventud, Nuestras hijas como esquinas labradas como las de un palacio;

13 Nuestros graneros llenos, provistos de toda suerte de grano; Nuestros ganados, que se multipliquen a millares y decenas de millares en nuestros campos;

14 Nuestros bueyes estén fuertes para el trabajo; No tengamos asalto, ni que hacer salida, Ni grito de alarma en nuestras plazas.

15 Bienaventurado el pueblo que tiene esto; Bienaventurado el pueblo cuyo Dios es Jehová.

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1 Bendito sea el Señor, Roca mía, que mis manos adiestra para el combate y mis dedos para la batalla,

2 él es mi refugio y mi baluarte, mi fortaleza y mi libertador, mi escudo en que me amparo, él humilla los pueblos a mis pies.

3 Señor, ¿qué es el hombre para que de él te acuerdes? ¿qué es el hijo de Adán para que en él pienses?

4 El hombre es como un soplo, sus días como la sombra que pasa.

5 Señor, inclina tus cielos y desciende, toca los montes para que echen humo.

6 Envía tus relámpagos, dispérsalos, tira tus flechas y cáusales estragos.

7 Desde lo alto tiéndeme tus manos, sálvame sacándome de las aguas profundas y de manos de los hijos de extranjeros,

8 cuya boca dice falsedades y su diestra es una diestra de perjurio.

9 Oh Dios, quiero cantarte un canto nuevo, y tocar para ti en la lira de diez cuerdas,

10 a ti que das a los reyes la victoria, que salvas a David, tu servidor de la espada que mata (

11 )

12 Aquí están nuestros hijos como plantas que van creciendo desde su niñez, nuestras hijas son columnas angulares esculpidas en el frontis de un palacio.

13 Están nuestros graneros muy repletos, rebosantes de toda clase de cosechas; nuestras ovejas se cuentan por miles, por millares se ven en nuestros campos;

14 nuestras bestias viajan muy cargadas. No hay hoyos en los muros ni rendiciones, ni gritos de lamento en nuestras plazas.

15 Dichoso el pueblo que esta suerte tiene, dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor.