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La Palabra de Dios preservada y viva

728

SALMOS 78 Paralela rv60
y bla95

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Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)


1 Escucha, pueblo mío, mi ley; Inclinad vuestro oído a las palabras de mi boca.

2 Abriré mi boca en proverbios; Hablaré cosas escondidas desde tiempos antiguos,

3 Las cuales hemos oído y entendido; Que nuestros padres nos las contaron.

4 No las encubriremos a sus hijos, Contando a la generación venidera las alabanzas de Jehová, Y su potencia, y las maravillas que hizo.

5 El estableció testimonio en Jacob, Y puso ley en Israel, La cual mandó a nuestros padres Que la notificasen a sus hijos;

6 Para que lo sepa la generación venidera, y los hijos que nacerán; Y los que se levantarán lo cuenten a sus hijos,

7 A fin de que pongan en Dios su confianza, Y no se olviden de las obras de Dios; Que guarden sus mandamientos,

8 Y no sean como sus padres, Generación contumaz y rebelde; Generación que no dispuso su corazón, Ni fue fiel para con Dios su espíritu.

9 Los hijos de Efraín, arqueros armados, Volvieron las espaldas en el día de la batalla.

10 No guardaron el pacto de Dios, Ni quisieron andar en su ley;

11 Sino que se olvidaron de sus obras, Y de sus maravillas que les había mostrado.

12 Delante de sus padres hizo maravillas En la tierra de Egipto, en el campo de Zoán.

13 Dividió el mar y los hizo pasar; Detuvo las aguas como en un montón.

14 Les guió de día con nube, Y toda la noche con resplandor de fuego.

15 Hendió las peñas en el desierto, Y les dio a beber como de grandes abismos,

16 Pues sacó de la peña corrientes, E hizo descender aguas como ríos.

17 Pero aún volvieron a pecar contra él, Rebelándose contra el Altísimo en el desierto;

18 Pues tentaron a Dios en su corazón, Pidiendo comida a su gusto.

19 Y hablaron contra Dios, Diciendo: ¿Podrá poner mesa en el desierto?

20 He aquí ha herido la peña, y brotaron aguas, Y torrentes inundaron la tierra; ¿Podrá dar también pan? ¿Dispondrá carne para su pueblo?

21 Por tanto, oyó Jehová, y se indignó; Se encendió el fuego contra Jacob, Y el furor subió también contra Israel,

22 Por cuanto no habían creído a Dios, Ni habían confiado en su salvación.

23 Sin embargo, mandó a las nubes de arriba, Y abrió las puertas de los cielos,

24 E hizo llover sobre ellos maná para que comiesen, Y les dio trigo de los cielos.

25 Pan de nobles comió el hombre; Les envió comida hasta saciarles.

26 Movió el solano en el cielo, Y trajo con su poder el viento sur,

27 E hizo llover sobre ellos carne como polvo, Como arena del mar, aves que vuelan.

28 Las hizo caer en medio del campamento, Alrededor de sus tiendas.

29 Comieron, y se saciaron; Les cumplió, pues, su deseo.

30 No habían quitado de sí su anhelo, Aún estaba la comida en su boca,

31 Cuando vino sobre ellos el furor de Dios, E hizo morir a los más robustos de ellos, Y derribó a los escogidos de Israel.

32 Con todo esto, pecaron aún, Y no dieron crédito a sus maravillas.

33 Por tanto, consumió sus días en vanidad, Y sus años en tribulación.

34 Si los hacía morir, entonces buscaban a Dios; Entonces se volvían solícitos en busca suya,

35 Y se acordaban de que Dios era su refugio, Y el Dios Altísimo su redentor.

36 Pero le lisonjeaban con su boca, Y con su lengua le mentían;

37 Pues sus corazones no eran rectos con él, Ni estuvieron firmes en su pacto.

38 Pero él, misericordioso, perdonaba la maldad, y no los destruía; Y apartó muchas veces su ira, Y no despertó todo su enojo.

39 Se acordó de que eran carne, Soplo que va y no vuelve.

40 ¡Cuántas veces se rebelaron contra él en el desierto, Lo enojaron en el yermo!

41 Y volvían, y tentaban a Dios, Y provocaban al Santo de Israel.

42 No se acordaron de su mano, Del día que los redimió de la angustia;

43 Cuando puso en Egipto sus señales, Y sus maravillas en el campo de Zoán;

44 Y volvió sus ríos en sangre, Y sus corrientes, para que no bebiesen.

45 Envió entre ellos enjambres de moscas que los devoraban, Y ranas que los destruían.

46 Dio también a la oruga sus frutos, Y sus labores a la langosta.

47 Sus viñas destruyó con granizo, Y sus higuerales con escarcha;

48 Entregó al pedrisco sus bestias, Y sus ganados a los rayos.

49 Envió sobre ellos el ardor de su ira; Enojo, indignación y angustia, Un ejército de ángeles destructores.

50 Dispuso camino a su furor; No eximió la vida de ellos de la muerte, Sino que entregó su vida a la mortandad.

51 Hizo morir a todo primogénito en Egipto, Las primicias de su fuerza en las tiendas de Cam.

52 Hizo salir a su pueblo como ovejas, Y los llevó por el desierto como un rebaño.

53 Los guió con seguridad, de modo que no tuvieran temor; Y el mar cubrió a sus enemigos.

54 Los trajo después a las fronteras de su tierra santa, A este monte que ganó su mano derecha.

55 Echó las naciones de delante de ellos; Con cuerdas repartió sus tierras en heredad, E hizo habitar en sus moradas a las tribus de Israel.

56 Pero ellos tentaron y enojaron al Dios Altísimo, Y no guardaron sus testimonios;

57 Sino que se volvieron y se rebelaron como sus padres; Se volvieron como arco engañoso.

58 Le enojaron con sus lugares altos, Y le provocaron a celo con sus imágenes de talla.

59 Lo oyó Dios y se enojó, Y en gran manera aborreció a Israel.

60 Dejó, por tanto, el tabernáculo de Silo, La tienda en que habitó entre los hombres,

61 Y entregó a cautiverio su poderío, Y su gloria en mano del enemigo.

62 Entregó también su pueblo a la espada, Y se irritó contra su heredad.

63 El fuego devoró a sus jóvenes, Y sus vírgenes no fueron loadas en cantos nupciales.

64 Sus sacerdotes cayeron a espada, Y sus viudas no hicieron lamentación.

65 Entonces despertó el Señor como quien duerme, Como un valiente que grita excitado del vino,

66 E hirió a sus enemigos por detrás; Les dio perpetua afrenta.

67 Desechó la tienda de José, Y no escogió la tribu de Efraín,

68 Sino que escogió la tribu de Judá, El monte de Sion, al cual amó.

69 Edificó su santuario a manera de eminencia, Como la tierra que cimentó para siempre.

70 Eligió a David su siervo, Y lo tomó de las majadas de las ovejas;

71 De tras las paridas lo trajo, Para que apacentase a Jacob su pueblo, Y a Israel su heredad.

72 Y los apacentó conforme a la integridad de su corazón, Los pastoreó con la pericia de sus manos.

  X


1 Atiende, pueblo mío, a mi enseñanza, toma en serio estas palabras de mi boca.

2 En parábolas voy a abrir mi boca, evocaré los enigmas del pasado.

3 Las cosas que escuchamos y sabemos, que nos fueron contando nuestros padres,

4 no deben ignorarlas nuestros hijos. A la futura generación le contaremos la fama del Señor y su poder, las maravillas que él ha realizado.

5 En Jacob arraigó sus declaraciones, a Israel le dio una Ley. Luego ordenó a nuestros padres que se las enseñaran a sus hijos,

6 para que las conozcan sus sucesores, los hijos que nacerán después. Que éstos se encarguen de instruir a sus hijos

7 para que éstos confíen sólo en Dios, no olviden las hazañas de su Dios y observen sus mandatos.

8 Para que no sean, a ejemplo de sus padres, una generación rebelde y obstinada, incapaz de mantener su decisión y cuyo espíritu no era fiel a Dios.

9 Los hijos de Efraín, diestros arqueros, volvieron las espaldas el día del combate.

10 Es que no respetaban la alianza de Dios, se habían negado a seguir su Ley.

11 Habían olvidado sus hazañas los prodigios que había hecho ante sus ojos.

12 ¡Qué milagros no hizo ante sus padres, en la tierra de Egipto, en los campos de Tanis!

13 Hendió el mar y los hizo pasar deteniendo las aguas como un dique.

14 De día los guió con una nube y cada noche con una luz de fuego.

15 Partió en medio las rocas del desierto y les dio de beber agua a torrentes.

16 Hizo brotar arroyos de la piedra y las aguas corrieron como ríos.

17 Mas de nuevo pecaron contra él desafiaron al Altísimo en el desierto.

18 Tentaron a Dios en sus corazones, pidiendo de comer para sobrevivir;

19 insultaron a Dios, diciendo: "¿Será Dios capaz de prepararnos la mesa en el desierto?

20 Es cierto que, cuando él golpeó la roca, corrió el agua y los torrentes desbordaron, pero, ¿será capaz de darnos pan, o de proporcionar carne a su pueblo?"

21 Al oírlo el Señor se encolerizó, un fuego se encendió contra Jacob y la cólera subió contra Israel,

22 porque no habían creído en Dios ni habían confiado en que los salvaría.

23 Dio orden a las nubes en lo alto, abrió las compuertas de los cielos,

24 les envió como lluvia maná para comida, les dio trigo del cielo.

25 Y el hombre comió el pan de los Fuertes, y El les envió de sobra provisiones.

26 Hizo soplar en los cielos viento del este, y trajo con su poder el viento sur.

27 Hizo llover sobre ellos la carne como polvo, aves innumerables como arena del mar.

28 Hizo que cayeran dentro del campamento, en todo el derredor de sus carpas.

29 Comieron hasta ya no poder más, él les sirvió de cuanto deseaban.

30 Pero aún sus ansias no calmaban y todavía en su boca tenían su comida,

31 cuando estalló contra ellos la cólera de Dios: dio muerte a los más fuertes de los suyos, derribó a la flor y nata de Israel.

32 A pesar de esto, pecaron nuevamente, no creían aún en sus maravillas.

33 De un soplo, entonces, apagó sus días, trágicamente se acabaron sus años.

34 Cuando él los masacraba, lo buscaban, se volvían y le hacían la corte;

35 se acordaban que Dios era su Roca y el Dios altísimo, su redentor.

36 Pero todo se quedaba en palabras, y con su lengua sólo le mentían;

37 pues su corazón no se dio a fondo, ni tampoco tenían fe en su alianza.

38 El, empero, siempre bueno y compasivo, perdonaba su culpa en vez de destruirlos, ¡cuántas veces no refrenó su cólera en vez de desatar toda su ira!

39 "Son seres de carne, se decía, soplo que se va y no volverá".

40 ¡Cuántas veces lo desafiaron en el desierto y lo enervaron en esa soledad!

41 Nuevamente tentaron a su Dios y enojaron al Santo de Israel.

42 No se acordaron más de su poder, del día en que los libró del adversario,

43 cuando hizo milagros en Egipto, prodigios en los campos de Tanis,

44 convirtió en sangre sus ríos, para que no bebieran de sus arroyos.

45 Luego vinieron mosquitos que se los comían y ranas que les hicieron gran perjuicio.

46 Entregó sus cosechas al pulgón y el fruto de su trabajo a las langostas.

47 Echó a perder sus viñas con granizo y sus sicomoros con la helada.

48 Dejó sus rebaños a merced del granizo y el rayo tumbó sus ganados.

49 Lanzó sobre ellos el ardor de su cólera, ira, furor, angustia: ¡un buen envío de ángeles de desdichas!

50 Le dio rienda suelta a su cólera, no preservó sus vidas de la muerte y entregó sus personas a la peste.

51 Mató a los primogénito de Egipto, a todo hijo mayor en las carpas de Cam.

52 Luego sacó a su pueblo como ovejas, los guió, como rebaño, en el desierto;

53 los condujo seguros, sin temor, mientras que el mar cubría a sus enemigos.

54 Los introdujo en su santo territorio, la montaña que su diestra conquistó.

55 Expulsó en su presencia a las naciones, les asignó a cordel una heredad y en carpas ajenas instaló a las tribus de Israel.

56 Mas tentaron a Dios, el Altísimo, se rebelaron contra él, no hicieron caso de sus advertencias.

57 Se corrían y traicionaban como sus padres, le fallaban como arco que no apunta.

58 Lo irritaron con sus sitios de culto y con sus ídolos lo pusieron celoso.

59 Dios los oía, y se indignó, y rechazó totalmente a Israel;

60 abandonó su morada de Silo, que era su tienda, plantada entre los hombres.

61 Permitió que se llevaran cautivo a su poder y en manos enemigas cayera su gloria.

62 Tanto era su enojo con los suyos que entregó su pueblo a la espada;

63 el fuego devoró a su juventud y sus niñas solteras se quedaron;

64 sus sacerdotes cayeron por la espada y sus viudas no se lamentaron.

65 Pero se despertó el Señor como de un sueño, como un hombre que ha dormido la mona,

66 hirió a sus enemigos por la espalda, los dejó humillados para siempre.

67 Descartó luego a la tienda de José y no eligió a la tribu de Efraín,

68 mas escogió a la tribu de Judá, a ese monte Sión al que amaba.

69 Construyó su santuario como las alturas, como la tierra, firme para siempre.

70 Eligió a David, su servidor, lo sacó del redil de los corderos,

71 lo llamó cuando cuidaba a las ovejas para pastorear a Jacob, su pueblo.

72 Fue su pastor con un corazón perfecto y con mano prudente los condujo.