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La Palabra de Dios preservada y viva

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SALMOS 84 Paralela rv60
y bla95

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Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)


1 ¡Cuán amables son tus moradas, oh Jehová de los ejércitos!

2 Anhela mi alma y aun ardientemente desea los atrios de Jehová; Mi corazón y mi carne cantan al Dios vivo.

3 Aun el gorrión halla casa, Y la golondrina nido para sí, donde ponga sus polluelos, Cerca de tus altares, oh Jehová de los ejércitos, Rey mío, y Dios mío.

4 Bienaventurados los que habitan en tu casa; Perpetuamente te alabarán. Selah

5 Bienaventurado el hombre que tiene en ti sus fuerzas, En cuyo corazón están tus caminos.

6 Atravesando el valle de lágrimas lo cambian en fuente, Cuando la lluvia llena los estanques.

7 Irán de poder en poder; Verán a Dios en Sion.

8 Jehová Dios de los ejércitos, oye mi oración; Escucha, oh Dios de Jacob. Selah

9 Mira, oh Dios, escudo nuestro, Y pon los ojos en el rostro de tu ungido.

10 Porque mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos. Escogería antes estar a la puerta de la casa de mi Dios, Que habitar en las moradas de maldad.

11 Porque sol y escudo es Jehová Dios; Gracia y gloria dará Jehová. No quitará el bien a los que andan en integridad.

12 Jehová de los ejércitos, Dichoso el hombre que en ti confía.

  X


1

2 ¡Qué amables son tus moradas, Señor Sabaot!

3 Mi alma suspira y hasta languidece por los atrios del Señor; mi corazón y mi carne gritan de alegría al Dios que vive.

4 Hasta el pajarillo encuentra casa, y la alondra un nido, donde dejar sus polluelos: cerca de tus altares, Señor Sabaot, ¡oh mi Rey y mi Dios!

5 Felices los que habitan en tu casa, se quedarán allí para alabarte.

6 Dichosos los hombres cuya fuerza eres tú y que gustan de subir hasta ti.

7 Al pasar por el valle de los Sauces, beben allí de la fuente ya bendita por las primeras lluvias;

8 pasan por las murallas una a una, hasta presentarse a Dios en Sión.

9 ¡Oh Señor, Dios Sabaot, escucha mi plegaria, oye con atención, Dios de Jacob!

10 Mira, oh Dios, nuestro escudo, contempla la cara de tu ungido.

11 Vale por mil un día en tus atrios, y prefiero quedarme en el umbral, delante de la casa de mi Dios antes que compartir la casa del malvado.

12 El Señor es un baluarte y un escudo, el Señor dará la gracia y la gloria a los que marchan rectamente: ninguna bendición les negará.

13 ¡Oh Señor Sabaot, feliz el que confía en ti!