“ Por consiguiente, ellos tomaron el toro joven que les dio. Entonces lo aderezaron, y siguieron invocando el nombre de Baal desde la mañana hasta el mediodía, diciendo: “¡Oh Baal, respóndenos!”. Pero no hubo voz, y no hubo quien respondiera. Y siguieron cojeando en derredor del altar que habían hecho.
.”
Traducción del Nuevo Mundo 1987 (tnm)