“ Cuando el ministro del hombre del Dios [verdadero] madrugó para levantarse, y salió afuera, pues, allí estaba una fuerza militar que cercaba a la ciudad con caballos y carros de guerra. En seguida su servidor le dijo: “¡Ay, amo mío! ¿Qué haremos?”.
.”
Traducción del Nuevo Mundo 1987 (tnm)