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2 REYES 4 Paralela rv60
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Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)


1 Una mujer, de las mujeres de los hijos de los profetas, clamó a Eliseo, diciendo: Tu siervo mi marido ha muerto; y tú sabes que tu siervo era temeroso de Jehová; y ha venido el acreedor para tomarse dos hijos míos por siervos.

2 Y Eliseo le dijo: ¿Qué te haré yo? Declárame qué tienes en casa. Y ella dijo: Tu sierva ninguna cosa tiene en casa, sino una vasija de aceite.

3 El le dijo: Ve y pide para ti vasijas prestadas de todos tus vecinos, vasijas vacías, no pocas.

4 Entra luego, y enciérrate tú y tus hijos; y echa en todas las vasijas, y cuando una esté llena, ponla aparte.

5 Y se fue la mujer, y cerró la puerta encerrándose ella y sus hijos; y ellos le traían las vasijas, y ella echaba del aceite.

6 Cuando las vasijas estuvieron llenas, dijo a un hijo suyo: Tráeme aún otras vasijas. Y él dijo: No hay más vasijas. Entonces cesó el aceite.

7 Vino ella luego, y lo contó al varón de Dios, el cual dijo: Ve y vende el aceite, y paga a tus acreedores; y tú y tus hijos vivid de lo que quede.

8 Aconteció también que un día pasaba Eliseo por Sunem; y había allí una mujer importante, que le invitaba insistentemente a que comiese; y cuando él pasaba por allí, venía a la casa de ella a comer.

9 Y ella dijo a su marido: He aquí ahora, yo entiendo que éste que siempre pasa por nuestra casa, es varón santo de Dios.

10 Yo te ruego que hagamos un pequeño aposento de paredes, y pongamos allí cama, mesa, silla y candelero, para que cuando él viniere a nosotros, se quede en él.

11 Y aconteció que un día vino él por allí, y se quedó en aquel aposento, y allí durmió.

12 Entonces dijo a Giezi su criado: Llama a esta sunamita. Y cuando la llamó, vino ella delante de él.

13 Dijo él entonces a Giezi: Dile: He aquí tú has estado solícita por nosotros con todo este esmero; ¿qué quieres que haga por ti? ¿Necesitas que hable por ti al rey, o al general del ejército? Y ella respondió: Yo habito en medio de mi pueblo.

14 Y él dijo: ¿Qué, pues, haremos por ella? Y Giezi respondió: He aquí que ella no tiene hijo, y su marido es viejo.

15 Dijo entonces: Llámala. Y él la llamó, y ella se paró a la puerta.

16 Y él le dijo: El año que viene, por este tiempo, abrazarás un hijo. Y ella dijo: No, señor mío, varón de Dios, no hagas burla de tu sierva.

17 Mas la mujer concibió, y dio a luz un hijo el año siguiente, en el tiempo que Eliseo le había dicho.

18 Y el niño creció. Pero aconteció un día, que vino a su padre, que estaba con los segadores;

19 y dijo a su padre: ¡Ay, mi cabeza, mi cabeza! Y el padre dijo a un criado: Llévalo a su madre.

20 Y habiéndole él tomado y traído a su madre, estuvo sentado en sus rodillas hasta el mediodía, y murió.

21 Ella entonces subió, y lo puso sobre la cama del varón de Dios, y cerrando la puerta, se salió.

22 Llamando luego a su marido, le dijo: Te ruego que envíes conmigo a alguno de los criados y una de las asnas, para que yo vaya corriendo al varón de Dios, y regrese.

23 El dijo: ¿Para qué vas a verle hoy? No es nueva luna, ni día de reposo. Y ella respondió: Paz.

24 Después hizo enalbardar el asna, y dijo al criado: Guía y anda; y no me hagas detener en el camino, sino cuando yo te lo dijere.

25 Partió, pues, y vino al varón de Dios, al monte Carmelo. Y cuando el varón de Dios la vio de lejos, dijo a su criado Giezi: He aquí la sunamita.

26 Te ruego que vayas ahora corriendo a recibirla, y le digas: ¿Te va bien a ti? ¿Le va bien a tu marido, y a tu hijo? Y ella dijo: Bien.

27 Luego que llegó a donde estaba el varón de Dios en el monte, se asió de sus pies. Y se acercó Giezi para quitarla; pero el varón de Dios le dijo: Déjala, porque su alma está en amargura, y Jehová me ha encubierto el motivo, y no me lo ha revelado.

28 Y ella dijo: ¿Pedí yo hijo a mi señor? ¿No dije yo que no te burlases de mí?

29 Entonces dijo él a Giezi: Ciñe tus lomos, y toma mi báculo en tu mano, y ve; si alguno te encontrare, no lo saludes, y si alguno te saludare, no le respondas; y pondrás mi báculo sobre el rostro del niño.

30 Y dijo la madre del niño: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré.

31 El entonces se levantó y la siguió. Y Giezi había ido delante de ellos, y había puesto el báculo sobre el rostro del niño; pero no tenía voz ni sentido, y así se había vuelto para encontrar a Eliseo, y se lo declaró, diciendo: El niño no despierta.

32 Y venido Eliseo a la casa, he aquí que el niño estaba muerto tendido sobre su cama.

33 Entrando él entonces, cerró la puerta tras ambos, y oró a Jehová.

34 Después subió y se tendió sobre el niño, poniendo su boca sobre la boca de él, y sus ojos sobre sus ojos, y sus manos sobre las manos suyas; así se tendió sobre él, y el cuerpo del niño entró en calor.

35 Volviéndose luego, se paseó por la casa a una y otra parte, y después subió, y se tendió sobre él nuevamente, y el niño estornudó siete veces, y abrió sus ojos.

36 Entonces llamó él a Giezi, y le dijo: Llama a esta sunamita. Y él la llamó. Y entrando ella, él le dijo: Toma tu hijo.

37 Y así que ella entró, se echó a sus pies, y se inclinó a tierra; y después tomó a su hijo, y salió.

38 Eliseo volvió a Gilgal cuando había una grande hambre en la tierra. Y los hijos de los profetas estaban con él, por lo que dijo a su criado: Pon una olla grande, y haz potaje para los hijos de los profetas.

39 Y salió uno al campo a recoger hierbas, y halló una como parra montés, y de ella llenó su falda de calabazas silvestres; y volvió, y las cortó en la olla del potaje, pues no sabía lo que era.

40 Después sirvió para que comieran los hombres; pero sucedió que comiendo ellos de aquel guisado, gritaron diciendo: ¡Varón de Dios, hay muerte en esa olla! Y no lo pudieron comer.

41 El entonces dijo: Traed harina. Y la esparció en la olla, y dijo: Da de comer a la gente. Y no hubo más mal en la olla.

42 Vino entonces un hombre de Baal-salisa, el cual trajo al varón de Dios panes de primicias, veinte panes de cebada, y trigo nuevo en su espiga. Y él dijo: Da a la gente para que coma.

43 Y respondió su sirviente: ¿Cómo pondré esto delante de cien hombres? Pero él volvió a decir: Da a la gente para que coma, porque así ha dicho Jehová: Comerán, y sobrará.

44 Entonces lo puso delante de ellos, y comieron, y les sobró, conforme a la palabra de Jehová.

  X


1 Una de las mujeres de los hermanos profetas llamó a Eliseo, diciendo: "Mi marido ha muerto, y tú sabes que él temía a Dios. Pero el hombre a quien debíamos ha venido a cobrar su deuda y, como no pudimos pagar, quiere tomar a mis dos hijos por esclavos."

2 Eliseo dijo: "¿Qué puedo hacer por ti? Dime lo que tienes en tu casa." Ella respondió: "No tengo absolutamente nada más que un poco de aceite para el aseo."

3 Eliseo le dijo: "Ve, y pide a tus vecinos vasijas vacías. Trae todas las que puedas.

4 Luego entra en casa con tus hijos y cierra la puerta. Usted tomará la vasija en la cual tiene un poco de aceite, y echará en las que le han prestado. Y a medida que se vayan llenando, las pondrá aparte."

5 La mujer se fue y se encerró en su casa con sus hijos. Ellos le pasaban las vasijas y ella las llenaba.

6 Cuando estuvieron todas llenas, ella dijo a su hijo: "Tráeme otra vasija." El respondió: "Ya no hay más." Y se detuvo el aceite.

7 Entonces ella se lo fue a decir al hombre de Dios. Este le dijo: "Anda a vender el aceite para pagar tus deudas y, con el dinero que sobre, podrás vivir tú y tus hijos."

8 Un día que Eliseo pasaba por Sunem, una dama lo invitó a comer. Y después, siempre que viajaba a ese pueblo, iba a esa casa a comer.

9 La dama dijo entonces a su marido: "Mira, este hombre que siempre pasa por nuestra casa es un santo varón de Dios.

10 Si quieres le hacemos una pequeña habitación en la terraza, y ponemos en ella una cama, una silla y una lámpara. De esta manera, cuando venga a nosotros, podrá quedarse y descansar."

11 Un día pasó Eliseo. Se fue a la habitación de la terraza y se acostó.

12 Luego dijo a Guejazí, su muchacho: "Llama a la dueña de la casa." Vino ella a la llamada y se detuvo ante Eliseo,

13 quien le dijo: "Por todo lo que te molestas por nosotros, ¿qué podemos hacer por ti?, ¿quieres que hable por ti al rey o al jefe del ejército?" Ella respondió: "No me falta nada en este pueblo."

14 Eliseo dijo entonces a Guejazí: "¿Qué podemos hacer por ella?" Respondió el muchacho: "Ella no tiene hijos y su marido ya es viejo."

15 Eliseo, pues, le dijo: "Llámala." La llamó el muchacho y la dama se paró en la puerta.

16 Eliseo dijo: "El año próximo, por este tiempo, tendrás un hijo en brazos." Ella le contestó: "No, mi señor, hombre de Dios, no engañes a tu servidora."

17 Sin embargo, la mujer dio a luz un hijo, justo en el tiempo que le había dicho Eliseo.

18 Creció el niño. Un día fue a ver a su padre, que estaba con los segadores,

19 y tuvo un dolor de cabeza muy fuerte. El padre ordenó a un muchacho: "Llévaselo a su madre."

20 Este lo tomó y lo llevó a la madre. La madre lo tuvo sobre sus rodillas hasta el mediodía, y murió.

21 Entonces la madre subió y lo acostó sobre la cama de Eliseo. Cerró la puerta y salió.

22 Luego llamó a su marido diciéndole: "Mándame una burra y uno de los muchachos. Voy a salir donde el hombre de Dios y vuelvo."

23 El preguntó: "¿Por qué vas donde él? No es la luna nueva, ni sábado." Pero ella dijo: "No te preocupes."

24 Hizo aparejar la burra, diciéndole a su criado: "Guíame y no te detengas sin que yo te diga."

25 Llegó al monte Carmelo, donde el hombre de Dios. Eliseo la vio de lejos y dijo a su muchacho: "Ahí viene nuestra sunamita.

26 Así que corre a su encuentro y pregúntale: ¿Tú estás bien? ¿Tu marido está bien? ¿El niño está bien?" Ella respondió: "Bien."

27 Llegó hasta el hombre de Dios y se abrazó a sus pies. Entonces se acercó Guejazí para separarla, pero el hombre de Dios le dijo: "Déjala, porque su alma está amargada y Yavé no me lo hizo saber ni me ha revelado el motivo de su pena."

28 Ella dijo: "¿Acaso te había pedido un hijo? ¿Por qué me has engañado?"

29 Eliseo dijo a Guejazí: "Prepárate, toma mi bastón y vete. Si te encuentras con alguien, no te detengas a saludarlo, y si alguien te saluda, no le respondas. Y apenas llegues pondrás mi bastón sobre la cara del niño."

30 Pero la madre del niño dijo: "Juro por Yavé y por tu vida que no te dejaré." Entonces Eliseo se levantó y fue tras ella.

31 Guejazí había ido adelante y había puesto sobre la cara del niño el bastón, pero el niño no dio señales de vida, de modo que volvió donde ellos y dijo: "El niño no se despierta."

32 Cuando llegó Eliseo a la casa, el niño muerto estaba acostado en su cama.

33 Eliseo entró y cerró la puerta tras de sí, y oró a Yavé.

34 Luego se acostó sobre el niño, puso su boca sobre la boca del niño, sus ojos sobre los ojos, sus manos sobre las manos, y el calor volvió al cuerpo del niño.

35 Eliseo se puso a caminar por la casa, de un lado a otro. Luego volvió a acostarse sobre el niño hasta siete veces, y el niño estornudó y abrió sus ojos.

36 Eliseo entonces llamó a Guejazí y le dijo: "Llama a la dama." Y, cuando llegó, Eliseo le dijo: "Toma tu hijo."

37 Ella se postró a sus pies y luego salió, llevándose al hijo.

38 Eliseo volvió a Guilgal. Había gran escasez de alimentos en la región y, cuando los hermanos profetas vinieron a sentarse junto a Eliseo, dijo a su muchacho: "Toma la olla grande y prepara un caldo para los hermanos profetas."

39 Uno de ellos salió al campo para recoger verduras; halló una planta silvestre y tomó de ella frutas venenosas hasta llenar su capa. Cuando estuvo de vuelta las cortó en pedazos en la olla donde se preparaba el caldo, pues no sabía lo que era.

40 Luego sirvieron a la gente. Pero en cuanto probaron la sopa, gritaron: "Hombre de Dios, es puro veneno", y no pudieron comer más.

41 Entonces Eliseo dijo: "Tráiganme harina." Y la echó a la olla. Luego dijo: "Sirve a esa gente y que coman." Ya no había nada malo en la olla.

42 Llegó de Baalsalisa uno que traía al hombre de Dios pan y trigo. Eran los primeros veinte panes hechos con cebada de la última cosecha. Eliseo le dijo: "Da los panes a estas personas para que coman."

43 Su servidor le dijo: "¿Cómo voy a repartir estos panes entre cien hombres?" "Dáselos a la gente para que coma -insistió Eliseo-, porque así dice Yavé: Comerán todos y sobrará."

44 El hombre entonces se los presentó; ellos comieron y dejaron sobras, como Yavé había dicho.