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2 Grande es el Señor y muy digno de alabanzas, en la ciudad de nuestro Dios, en su monte santo
3 de hermosa altivez, alegría de toda la tierra. ¡Monte Sión, morada divina, ciudad del Gran Rey!
4 Dentro de sus torreones está Dios, se ha revelado como su baluarte.
5 Los reyes se habían unido, y juntos avanzaban, hasta que la vieron... y quedaron pasmados, presas de pánico, se dieron a la fuga.
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7 Allí mismo los agarró un temblor, un escalofrío como de mujer en parto;
8 así es como el viento del oriente estrella a los navíos de Tarsis.
9 Tal como lo oímos, así lo vimos en la ciudad del Señor Sabaot, en la ciudad de nuestro Dios: él la ha asentado para siempre.
10 Oh Dios, recordamos tus favores en los patios de tu Templo;
11 que iguale, oh Dios, tu alabanza a tu nombre, y alcance los confines de la tierra.
12 Impone tu diestra tu justicia; se alegra el monte Sión; los pueblos de Judá saltan de gozo al presenciar tus juicios.
13 Recorran Sión y den la vuelta, cuenten sus torres 14. y contemplen sus defensas recorran uno a uno sus palacios; y digan a las nuevas generaciones:
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15 ¡así es nuestro Dios! Nuestro Dios por los siglos de los siglos, él nos conducirá.