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La Palabra de Dios preservada y viva

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CANTARES 7 Paralela rv60
y bla95

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Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)


1 ¡Cuán hermosos son tus pies en las sandalias, Oh hija de príncipe! Los contornos de tus muslos son como joyas, Obra de mano de excelente maestro.

2 Tu ombligo como una taza redonda Que no le falta bebida. Tu vientre como montón de trigo Cercado de lirios.

3 Tus dos pechos, como gemelos de gacela.

4 Tu cuello, como torre de marfil; Tus ojos, como los estanques de Hesbón junto a la puerta de Bat-rabim; Tu nariz, como la torre del Líbano, Que mira hacia Damasco.

5 Tu cabeza encima de ti, como el Carmelo; Y el cabello de tu cabeza, como la púrpura del rey Suspendida en los corredores.

6 ¡Qué hermosa eres, y cuán suave, Oh amor deleitoso!

7 Tu estatura es semejante a la palmera, Y tus pechos a los racimos.

8 Yo dije: Subiré a la palmera, Asiré sus ramas. Deja que tus pechos sean como racimos de vid, Y el olor de tu boca como de manzanas,

9 Y tu paladar como el buen vino, Que se entra a mi amado suavemente, Y hace hablar los labios de los viejos.

10 Yo soy de mi amado, Y conmigo tiene su contentamiento.

11 Ven, oh amado mío, salgamos al campo, Moremos en las aldeas.

12 Levantémonos de mañana a las viñas; Veamos si brotan las vides, si están en cierne, Si han florecido los granados; Allí te daré mis amores.

13 Las mandrágoras han dado olor, Y a nuestras puertas hay toda suerte de dulces frutas, Nuevas y añejas, que para ti, oh amado mío, he guardado.

  X


1 Vuelve, Sulamita, vuelve; vuelve, vuelve para contemplarte. El: ¿Por qué miran a la Sulamita, cuando entra con los coros en la danza?

2 Hija de príncipes, qué graciosos son tus pasos con esas sandalias. La curva de tus caderas es un collar hecho por manos de artistas.

3 Tu ombligo es un cántaro donde no falta el vino con especias. Tu vientre es como una pila de trigo,

4 tus dos pechos cervatillos coquetones mellizos de gacela. Tu cuello, como torre de marfil.

5 Tus ojos, las piscinas de Jesbón, junto a la puerta de Bat-Rabím. Tu nariz es la cumbre del Líbano, centinela que mira hacia Damasco.

6 Tu cabeza se yergue: es el Carmelo, tu cabellera tiene reflejos de púrpura; un rey se halla preso en sus trenzas.

7 ¡Qué bella eres, qué encantadora, oh amor, en tus delicias!

8 Tu talle se parece a la palmera; tus pechos, a los racimos.

9 Me dije: subiré a la palmera, míos son esos racimos de dátiles. ¡Sean tus pechos como racimos de uvas y tu aliento como perfume de manzanas!

10 ¡Tus palabras sean como vino generoso! Ella: Vaya derecho hacia el amado fluyendo de mis labios.

11 Yo soy para mi amado y su deseo tiende hacia mí.

12 Amado mío, ven, salgamos al campo, pasaremos la noche en los pueblos,

13 de mañana iremos a las viñas; veremos si las parras han brotado, si se abren las flores y florecen los granados. Allí te entregaré todo mi amor.

14 Las mandrágoras exhalan su fragancia. Mira a nuestras puertas esos frutos exquisitos, nuevos y añejos, que guardaba para ti, amado mío.