< Anterior |
Siguiente > |
1 ¡Oh, si tú fueras como un hermano mío Que mamó los pechos de mi madre! Entonces, hallándote fuera, te besaría, Y no me menospreciarían.
2 Yo te llevaría, te metería en casa de mi madre; Tú me enseñarías, Y yo te haría beber vino Adobado del mosto de mis granadas.
3 Su izquierda esté debajo de mi cabeza, Y su derecha me abrace.
4 Os conjuro, oh doncellas de Jerusalén, Que no despertéis ni hagáis velar al amor, Hasta que quiera.
5 ¿Quién es ésta que sube del desierto, Recostada sobre su amado? Debajo de un manzano te desperté; Allí tuvo tu madre dolores, Allí tuvo dolores la que te dio a luz.
6 Ponme como un sello sobre tu corazón, como una marca sobre tu brazo; Porque fuerte es como la muerte el amor; Duros como el Seol los celos; Sus brasas, brasas de fuego, fuerte llama.
7 Las muchas aguas no podrán apagar el amor, Ni lo ahogarán los ríos. Si diese el hombre todos los bienes de su casa por este amor, De cierto lo menospreciarían.
8 Tenemos una pequeña hermana, Que no tiene pechos; ¿Qué haremos a nuestra hermana Cuando de ella se hablare?
9 Si ella es muro, Edificaremos sobre él un palacio de plata; Si fuere puerta, La guarneceremos con tablas de cedro.
10 Yo soy muro, y mis pechos como torres, Desde que fui en sus ojos como la que halla paz.
11 Salomón tuvo una viña en Baal-hamón, La cual entregó a guardas, Cada uno de los cuales debía traer mil monedas de plata por su fruto.
12 Mi viña, que es mía, está delante de mí; Las mil serán tuyas, oh Salomón, Y doscientas para los que guardan su fruto.
13 Oh, tú que habitas en los huertos, Los compañeros escuchan tu voz; Házmela oír.
14 Apresúrate, amado mío, Y sé semejante al corzo, o al cervatillo, Sobre las montañas de los aromas.
1 ¡Ah, si tú fueras hermano mío, alimentado con el pecho de mi madre! Te podría besar al encontrarte afuera sin que me despreciaran.
2 Te llevaría a la casa de mi madre, a la habitación de la que me concibió. Te daría a beber vino fragante y un licor hecho de granada.
3 Su izquierda se desliza bajo mi cabeza y su derecha me abraza. El:
4 Hijas de Jerusalén, les ruego que no despierten ni se despierte el Amor hasta que ella quiera.
5 ¿Quién es ésa que sube del desierto apoyada en su amado? El: Debajo del manzano te desperté, allí mismo donde te concibió tu madre, donde te concibió la que te dio a luz. Ella:
6 Guárdame en tu corazón como tu sello o tu joya, siempre fija a tu muñeca. porque es fuerte el amor como la muerte, y la pasión, tenaz como el infierno; sus flechas son dardos de fuego, como llama de Yavé.
7 ¿Quién apagará el amor? No lo podrán las aguas embravecidas, vengan los torrentes, ¡no lo ahogarán! Si alguien quisiera comprar el amor con todo lo que posee en su casa, sólo conseguiría desprecio.
8 Tenemos una hermana pequeña, todavía no tiene sus senos formados. ¿Qué haremos con nuestra hermana cuando se trate de casarla?
9 Si es una muralla, le construiremos defensas de plata; si es una puerta, la reforzaremos con barras de cedro.
10 Yo soy una muralla, mis pechos son como torres. Soy a sus ojos como quien ha hallado la paz.
11 Salomón tenía una viña en Baal-Amón, la confió a unos cuidadores, y cada uno le traía mil siclos de plata por sus frutos.
12 Mi viña es sólo para mí y yo no más la cuido. Mil siclos para ti, Salomón, doscientos para los guardianes.
13 ¡Oh tú que habitas en los huertos!, tus compañeros prestan oído a tu voz, haz que yo también la pueda oír.
14 Huye, amado mío, como gacela o como un cabrito por los montes de las balsameras.