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HECHOS 9 Paralela rv60
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Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)


1 Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, vino al sumo sacerdote,

2 y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de que si hallase algunos hombres o mujeres de este Camino, los trajese presos a Jerusalén.

3 Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo;

4 y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?

5 El dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón.

6 El, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer.

7 Y los hombres que iban con Saulo se pararon atónitos, oyendo a la verdad la voz, mas sin ver a nadie.

8 Entonces Saulo se levantó de tierra, y abriendo los ojos, no veía a nadie; así que, llevándole por la mano, le metieron en Damasco,

9 donde estuvo tres días sin ver, y no comió ni bebió.

10 Había entonces en Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien el Señor dijo en visión: Ananías. Y él respondió: Heme aquí, Señor.

11 Y el Señor le dijo: Levántate, y ve a la calle que se llama Derecha, y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo, de Tarso; porque he aquí, él ora,

12 y ha visto en visión a un varón llamado Ananías, que entra y le pone las manos encima para que recobre la vista.

13 Entonces Ananías respondió: Señor, he oído de muchos acerca de este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén;

14 y aun aquí tiene autoridad de los principales sacerdotes para prender a todos los que invocan tu nombre.

15 El Señor le dijo: Ve, porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel;

16 porque yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre.

17 Fue entonces Ananías y entró en la casa, y poniendo sobre él las manos, dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo.

18 Y al momento le cayeron de los ojos como escamas, y recibió al instante la vista; y levantándose, fue bautizado.

19 Y habiendo tomado alimento, recobró fuerzas. Y estuvo Saulo por algunos días con los discípulos que estaban en Damasco.

20 En seguida predicaba a Cristo en las sinagogas, diciendo que éste era el Hijo de Dios.

21 Y todos los que le oían estaban atónitos, y decían: ¿No es éste el que asolaba en Jerusalén a los que invocaban este nombre, y a eso vino acá, para llevarlos presos ante los principales sacerdotes?

22 Pero Saulo mucho más se esforzaba, y confundía a los judíos que moraban en Damasco, demostrando que Jesús era el Cristo.

23 Pasados muchos días, los judíos resolvieron en consejo matarle;

24 pero sus asechanzas llegaron a conocimiento de Saulo. Y ellos guardaban las puertas de día y de noche para matarle.

25 Entonces los discípulos, tomándole de noche, le bajaron por el muro, descolgándole en una canasta.

26 Cuando llegó a Jerusalén, trataba de juntarse con los discípulos; pero todos le tenían miedo, no creyendo que fuese discípulo.

27 Entonces Bernabé, tomándole, lo trajo a los apóstoles, y les contó cómo Saulo había visto en el camino al Señor, el cual le había hablado, y cómo en Damasco había hablado valerosamente en el nombre de Jesús.

28 Y estaba con ellos en Jerusalén; y entraba y salía,

29 y hablaba denodadamente en el nombre del Señor, y disputaba con los griegos; pero éstos procuraban matarle.

30 Cuando supieron esto los hermanos, le llevaron hasta Cesarea, y le enviaron a Tarso.

31 Entonces las iglesias tenían paz por toda Judea, Galilea y Samaria; y eran edificadas, andando en el temor del Señor, y se acrecentaban fortalecidas por el Espíritu Santo.

32 Aconteció que Pedro, visitando a todos, vino también a los santos que habitaban en Lida.

33 Y halló allí a uno que se llamaba Eneas, que hacía ocho años que estaba en cama, pues era paralítico.

34 Y le dijo Pedro: Eneas, Jesucristo te sana; levántate, y haz tu cama. Y en seguida se levantó.

35 Y le vieron todos los que habitaban en Lida y en Sarón, los cuales se convirtieron al Señor.

36 Había entonces en Jope una discípula llamada Tabita, que traducido quiere decir, Dorcas. Esta abundaba en buenas obras y en limosnas que hacía.

37 Y aconteció que en aquellos días enfermó y murió. Después de lavada, la pusieron en una sala.

38 Y como Lida estaba cerca de Jope, los discípulos, oyendo que Pedro estaba allí, le enviaron dos hombres, a rogarle: No tardes en venir a nosotros.

39 Levantándose entonces Pedro, fue con ellos; y cuando llegó, le llevaron a la sala, donde le rodearon todas las viudas, llorando y mostrando las túnicas y los vestidos que Dorcas hacía cuando estaba con ellas.

40 Entonces, sacando a todos, Pedro se puso de rodillas y oró; y volviéndose al cuerpo, dijo: Tabita, levántate. Y ella abrió los ojos, y al ver a Pedro, se incorporó.

41 Y él, dándole la mano, la levantó; entonces, llamando a los santos y a las viudas, la presentó viva.

42 Esto fue notorio en toda Jope, y muchos creyeron en el Señor.

43 Y aconteció que se quedó muchos días en Jope en casa de un cierto Simón, curtidor.

  X


1 Saulo no desistía de su rabia, proyectando violencias y muerte contra los discípulos del Señor. Se presentó al sumo sacerdote

2 y le pidió poderes escritos para las sinagogas de Damasco, pues quería detener a cuantos seguidores del Camino encontrara, hombres y mujeres, y llevarlos presos a Jerusalén.

3 Mientras iba de camino, ya cerca de Damasco, le envolvió de repente una luz que venía del cielo.

4 Cayó al suelo y oyó una voz que le decía: "Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?"

5 Preguntó él: "¿Quién eres tú, Señor?" Y él respondió: "Yo soy Jesús, a quien tú persigues.

6 Ahora levántate y entra en la ciudad. Allí se te dirá lo que tienes que hacer."

7 Los hombres que lo acompañaban se habían quedado atónitos, pues oían hablar, pero no veían a nadie,

8 y Saulo, al levantarse del suelo, no veía nada por más que abría los ojos. Lo tomaron de la mano y lo llevaron a Damasco.

9 Allí permaneció tres días sin comer ni beber, y estaba ciego.

10 Vivía en Damasco un discípulo llamado Ananías. El Señor lo llamó en una visión: "¡Ananías!" Respondió él: "Aquí estoy, Señor."

11 Y el Señor le dijo: "Vete en seguida a la calle llamada Recta y pregunta en la casa de Judas por un hombre de Tarso llamado Saulo. Lo encontrarás rezando,

12 pues acaba de tener una visión en que un varón llamado Ananías entraba y le imponía las manos para que recobrara la vista."

13 Ananías le respondió: "Señor, he oído a muchos hablar del daño que este hombre ha causado a tus santos en Jerusalén.

14 Y ahora está aquí con poderes del sumo sacerdote para llevar presos a todos los que invocan tu Nombre."

15 El Señor le contestó: "Vete. Este hombre es para mí un instrumento excepcional, y llevará mi Nombre a las naciones paganas y a sus reyes, así como al pueblo de Israel.

16 Yo le mostraré todo lo que tendrá que sufrir por mi Nombre."

17 Salió Ananías, entró en la casa y le impuso las manos diciendo: "Hermano Saulo, el Señor Jesús que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recobres la vista y quedes lleno del Espíritu Santo."

18 Al instante se le cayeron de los ojos una especie de escamas y empezó a ver. Se levantó y fue bautizado.

19 Después comió y recobró las fuerzas. Saulo permaneció durante algunos días con los discípulos en Damasco,

20 y en seguida se fue por las sinagogas proclamando a Jesús como el Hijo de Dios.

21 Los que lo oían quedaban maravillados y decían: "¡Y pensar que en Jerusalén perseguía a muerte a los que invocaban este Nombre! Pero, ¿no ha venido aquí para encadenarlos y llevarlos ante los jefes de los sacerdotes?

22 Saulo se mostraba cada vez más fuerte cuando demostraba que Jesús era el Mesías, y refutaba todas las objeciones de los judíos de Damasco.

23 Después de bastante tiempo los judíos decidieron matarlo,

24 pero Saulo llegó a conocer su plan. Día y noche eran vigiladas las puertas de la ciudad para poder matarlo.

25 Entonces sus discípulos lo tomaron una noche y lo bajaron desde lo alto de la muralla metido en un canasto.

26 Al llegar a Jerusalén intentó juntarse con los discípulos, pero todos le tenían miedo, pues no creían que fuese realmente discípulo.

27 Entonces Bernabé lo tomó consigo, lo presentó a los apóstoles y les contó cómo Saulo había visto al Señor en el camino y cómo el Señor le había hablado. También les expuso la valentía con que había predicado en Damasco en nombre de Jesús.

28 Saulo empezó a convivir con ellos. Se movía muy libremente por Jerusalén y predicaba abiertamente el Nombre del Señor.

29 Hablaba a los helenistas y discutía con ellos, pero planearon matarle.

30 Los hermanos se enteraron y lo llevaron a Cesarea, y desde allí lo enviaron a Tarso.

31 La Iglesia por entonces gozaba de paz en toda Judea, Galilea y Samaría. Se edificaba, caminaba con los ojos puestos en el Señor y estaba llena del consuelo del Espíritu Santo.

32 Pedro, que recorría todos los lugares, fue también a visitar a los santos que vivían en Lida.

33 Allí encontró a un tal Eneas, que era paralítico y desde hacía ocho años yacía en una camilla.

34 Pedro le dijo: "Eneas, Jesucristo te sana. Levántate y arregla tu cama." Y de inmediato se levantó.

35 Todos los habitantes de Lida y Sarón lo vieron y se convirtieron al Señor.

36 En Jope había una discípula llamada Tabita (o Dorcas en griego), que quiere decir Gacela. Hacía muchas obras buenas y siempre ayudaba a los pobres.

37 Por aquellos días enfermó y murió: después de lavar su cuerpo, lo pusieron en la habitación del piso superior.

38 Como Lida está cerca de Jope, los discípulos, al saber que Pedro estaba allí, mandaron a dos hombres con este recado: "Ven inmediatamente a donde nosotros."

39 Pedro se fue sin más con ellos. Apenas llegó lo hicieron subir a la habitación del piso superior, donde le presentaron a todas las viudas que estaban llorando y le mostraban las túnicas y mantos que Tabita hacía mientras vivía con ellas.

40 Pedro hizo salir a todos, se puso de rodillas y oró. Luego se volvió al cadáver y dijo: "Tabita, levántate."

41 Ella abrió los ojos, reconoció a Pedro y se sentó. El le dio la mano y la ayudó a levantarse; luego llamó a los santos y a las viudas y se la presentó viva.

42 Esto se supo en todo Jope y muchos creyeron en el Señor.

43 Pedro permaneció en Jope bastante tiempo, en casa de un curtidor llamado Simón.