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JUAN 8 Paralela rv60
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Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)


1 y Jesús se fue al monte de los Olivos.

2 Y por la mañana volvió al templo, y todo el pueblo vino a él; y sentado él, les enseñaba.

3 Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio,

4 le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio.

5 Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices?

6 Mas esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo.

7 Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella.

8 E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra.

9 Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio.

10 Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó?

11 Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más.

12 Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.

13 Entonces los fariseos le dijeron: Tú das testimonio acerca de ti mismo; tu testimonio no es verdadero.

14 Respondió Jesús y les dijo: Aunque yo doy testimonio acerca de mí mismo, mi testimonio es verdadero, porque sé de dónde he venido y a dónde voy; pero vosotros no sabéis de dónde vengo, ni a dónde voy.

15 Vosotros juzgáis según la carne; yo no juzgo a nadie.

16 Y si yo juzgo, mi juicio es verdadero; porque no soy yo solo, sino yo y el que me envió, el Padre.

17 Y en vuestra ley está escrito que el testimonio de dos hombres es verdadero.

18 Yo soy el que doy testimonio de mí mismo, y el Padre que me envió da testimonio de mí.

19 Ellos le dijeron: ¿Dónde está tu Padre? Respondió Jesús: Ni a mí me conocéis, ni a mi Padre; si a mí me conocieseis, también a mi Padre conoceríais.

20 Estas palabras habló Jesús en el lugar de las ofrendas, enseñando en el templo; y nadie le prendió, porque aún no había llegado su hora.

21 Otra vez les dijo Jesús: Yo me voy, y me buscaréis, pero en vuestro pecado moriréis; a donde yo voy, vosotros no podéis venir.

22 Decían entonces los judíos: ¿Acaso se matará a sí mismo, que dice: A donde yo voy, vosotros no podéis venir?

23 Y les dijo: Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba; vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo.

24 Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis.

25 Entonces le dijeron: ¿Tú quién eres? Entonces Jesús les dijo: Lo que desde el principio os he dicho.

26 Muchas cosas tengo que decir y juzgar de vosotros; pero el que me envió es verdadero; y yo, lo que he oído de él, esto hablo al mundo.

27 Pero no entendieron que les hablaba del Padre.

28 Les dijo, pues, Jesús: Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre, entonces conoceréis que yo soy, y que nada hago por mí mismo, sino que según me enseñó el Padre, así hablo.

29 Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada.

30 Hablando él estas cosas, muchos creyeron en él.

31 Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos;

32 y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.

33 Le respondieron: Linaje de Abraham somos, y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Seréis libres?

34 Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado.

35 Y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para siempre.

36 Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.

37 Sé que sois descendientes de Abraham; pero procuráis matarme, porque mi palabra no halla cabida en vosotros.

38 Yo hablo lo que he visto cerca del Padre; y vosotros hacéis lo que habéis oído cerca de vuestro padre.

39 Respondieron y le dijeron: Nuestro padre es Abraham. Jesús les dijo: Si fueseis hijos de Abraham, las obras de Abraham haríais.

40 Pero ahora procuráis matarme a mí, hombre que os he hablado la verdad, la cual he oído de Dios; no hizo esto Abraham.

41 Vosotros hacéis las obras de vuestro padre. Entonces le dijeron: Nosotros no somos nacidos de fornicación; un padre tenemos, que es Dios.

42 Jesús entonces les dijo: Si vuestro padre fuese Dios, ciertamente me amaríais; porque yo de Dios he salido, y he venido; pues no he venido de mí mismo, sino que él me envió.

43 ¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra.

44 Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira.

45 Y a mí, porque digo la verdad, no me creéis.

46 ¿Quién de vosotros me redarguye de pecado? Pues si digo la verdad, ¿por qué vosotros no me creéis?

47 El que es de Dios, las palabras de Dios oye; por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios.

48 Respondieron entonces los judíos, y le dijeron: ¿No decimos bien nosotros, que tú eres samaritano, y que tienes demonio?

49 Respondió Jesús: Yo no tengo demonio, antes honro a mi Padre; y vosotros me deshonráis.

50 Pero yo no busco mi gloria; hay quien la busca, y juzga.

51 De cierto, de cierto os digo, que el que guarda mi palabra, nunca verá muerte.

52 Entonces los judíos le dijeron: Ahora conocemos que tienes demonio. Abraham murió, y los profetas; y tú dices: El que guarda mi palabra, nunca sufrirá muerte.

53 ¿Eres tú acaso mayor que nuestro padre Abraham, el cual murió? ¡Y los profetas murieron! ¿Quién te haces a ti mismo?

54 Respondió Jesús: Si yo me glorifico a mí mismo, mi gloria nada es; mi Padre es el que me glorifica, el que vosotros decís que es vuestro Dios.

55 Pero vosotros no le conocéis; mas yo le conozco, y si dijere que no le conozco, sería mentiroso como vosotros; pero le conozco, y guardo su palabra.

56 Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó.

57 Entonces le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?

58 Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy.

59 Tomaron entonces piedras para arrojárselas; pero Jesús se escondió y salió del templo; y atravesando por en medio de ellos, se fue.

  X


1 Jesús, por su parte, se fue al monte de los Olivos.

2 Al amanecer estaba ya nuevamente en el Templo; toda la gente acudía a él, y él se sentaba para enseñarles.

3 Los maestros de la Ley y los fariseos le trajeron una mujer que había sido sorprendida en adulterio. La colocaron en medio

4 y le dijeron: "Maestro, esta mujer es una adúltera y ha sido sorprendida en el acto.

5 En un caso como éste la Ley de Moisés ordena matar a pedradas a la mujer. Tú ¿qué dices?"

6 Le hacían esta pregunta para ponerlo en dificultades y tener algo de qué acusarlo. Pero Jesús se inclinó y se puso a escribir en el suelo con el dedo.

7 Como ellos insistían en preguntarle, se enderezó y les dijo: "Aquel de ustedes que no tenga pecado, que le arroje la primera piedra."

8 Se inclinó de nuevo y siguió escribiendo en el suelo.

9 Al oír estas palabras, se fueron retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos, hasta que se quedó Jesús solo con la mujer, que seguía de pie ante él.

10 Entonces se enderezó y le dijo: "Mujer, ¿dónde están? ¿Ninguno te ha condenado?"

11 Ella contestó: "Ninguno, señor." Y Jesús le dijo: "Tampoco yo te condeno. Vete y en adelante no vuelvas a pecar."

12 Jesús les habló de nuevo diciendo: "Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no caminará en tinieblas, sino que tendrá luz y vida."

13 Los fariseos replicaron: "Estás hablando en tu propio favor; tu testimonio no vale nada."

14 Jesús les contestó: "Aunque yo hable en mi favor, mi declaración vale, porque yo sé de dónde he venido y adónde voy. Ustedes son los que no saben de dónde he venido ni adónde voy.

15 Ustedes juzgan con criterios humanos; yo no juzgo a nadie.

16 Y si yo tuviera que juzgar, mi juicio sería válido, porque yo no estoy solo; el Padre que me envió está conmigo.

17 En la Ley de ustedes está escrito que con dos personas el testimonio es válido.

18 Yo doy testimonio de mí mismo, y también el Padre que me ha enviado da testimonio de mí."

19 Le preguntaron: "¿Dónde está tu Padre?" Jesús les contestó: "Ustedes no me conocen a mí ni a mi Padre; si me conocieran a mí, conocerían también a mi Padre."

20 Jesús dijo estas cosas en el lugar donde se reciben las ofrendas, cuando estaba enseñando en el Templo, pero nadie lo tomó preso, porque aún no había llegado su hora.

21 De nuevo Jesús les dijo: "Yo me voy y ustedes me buscarán. Pero ustedes no pueden ir a donde yo voy y morirán en su pecado."

22 Los judíos se preguntaban: "¿Por qué dice que a donde él va nosotros no podemos ir? ¿Pensará tal vez en suicidarse?"

23 Pero Jesús les dijo: "Ustedes son de abajo, yo soy de arriba. Ustedes son de este mundo, yo no soy de este mundo.

24 Por eso les he dicho que morirán en sus pecados. Yo les digo que si ustedes no creen que Yo soy, morirán en sus pecados."

25 Le preguntaron: "Pero ¿quién eres tú?" Jesús les contestó: "Exactamente lo que acabo de decirles.

26 Tengo mucho que decir sobre ustedes y mucho que condenar, pero lo que digo al mundo lo aprendí del que me ha enviado: él es veraz."

27 Ellos no comprendieron que Jesús les hablaba del Padre.

28 Y añadió: "Cuando levanten en alto al Hijo del hombre, entonces conocerán que Yo soy y que no hago nada por mi cuenta, sino que sólo digo lo que el Padre me ha enseñado.

29 El que me ha enviado está conmigo y no me deja nunca solo, porque yo hago siempre lo que le agrada a él."

30 Esto es lo que decía Jesús, y muchos creyeron en él.

31 Jesús decía a los judíos que habían creído en él: "Ustedes serán verdaderos discípulos míos si perseveran en mi palabra;

32 entonces conocerán la verdad, y la verdad los hará libres."

33 Le respondieron: "Somos descendientes de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Por qué dices: "Ustedes serán libres"?"

34 Jesús les contestó: "En verdad, en verdad les digo: el que vive en el pecado es esclavo del pecado.

35 Pero el esclavo no se quedará en la casa para siempre; el hijo, en cambio, permanece para siempre.

36 Por tanto, si el Hijo los hace libres, ustedes serán realmente libres.

37 Yo sé que ustedes son descendientes de Abrahán, pero mi palabra no tiene acogida en ustedes, y por eso tratan de matarme.

38 Yo hablo de lo que he visto junto a mi Padre, y ustedes hacen lo que han aprendido de su padre."

39 Ellos le cortaron la palabra: "Nuestro padre es Abrahán." Entonces Jesús les dijo: "Si ustedes fueran hijos de Abrahán, actuarían como Abrahán.

40 Pero viene alguien que les dice la verdad, la verdad que he aprendido de Dios, y ustedes quieren matarme. Esta no es la manera de actuar de Abrahán.

41 Ustedes actúan como hizo el padre de ustedes." Los judíos le dijeron: "Nosotros no somos hijos ilegítimos, no tenemos más que un solo padre: Dios."

42 Jesús les replicó: "Si Dios fuera su Padre, ustedes me amarían a mí, porque yo he salido de Dios para venir aquí. No he venido por iniciativa propia, sino que él mismo me ha enviado.

43 ¿Por qué no entienden mi lenguaje? Porque no pueden acoger mi mensaje.

44 Ustedes tienen por padre al diablo y quieren realizar los malos deseos de su padre. Ha sido un asesino desde el principio, porque la verdad no está en él, y no se ha mantenido en la verdad. Lo que le ocurre decir es mentira, porque es un mentiroso y padre de toda mentira.

45 Por eso ustedes no me creen cuando les digo la verdad.

46 ¿Quién de ustedes encontrará falsedad en mí? Y si les digo la verdad, ¿por qué no me creen?

47 El que es de Dios escucha las palabras de Dios; ustedes no las escuchan porque no son de Dios."

48 Los judíos le replicaron: "Tenemos razón en decir que eres un samaritano y que estás poseído por un demonio."

49 Jesús les dijo: "Yo no tengo un demonio, pero ustedes me deshonran a mí porque honro a mi Padre.

50 Yo no tengo por qué defender mi honor, hay otro que se preocupa por mí y hará justicia.

51 En verdad les digo: El que guarda mi palabra no probará la muerte jamás."

52 Los judíos replicaron: "Ahora sabemos que eres víctima de un mal espíritu. Abrahán murió y también los profetas, ¿y tú dices: "Quien guarda mi palabra jamás probará la muerte"?

53 ¿Eres tú más grande que nuestro padre Abrahán, que murió, lo mismo que murieron los Profetas? ¿Quién te crees?"

54 Jesús les contestó: "Si yo me doy gloria a mí mismo, mi gloria no vale nada; es el Padre quien me da gloria, el mismo que ustedes llaman " uestro Dios".

55 Ustedes no lo conocen, yo sí lo conozco, y si dijera que no lo conozco, sería un mentiroso como ustedes. Pero yo lo conozco y guardo su palabra.

56 En cuanto a Abrahán, padre de ustedes, se alegró pensando ver mi día. Lo vio y se regocijó.".

57 Entonces los judíos le dijeron: "¿Aún no tienes cincuenta años y has visto a Abrahán?"

58 Contestó Jesús: "En verdad les digo que antes que Abrahán existiera, Yo soy."

59 Entonces tomaron piedras para lanzárselas, pero Jesús se ocultó y salió del Templo.