Biblia Online

La Palabra de Dios preservada y viva

728

JUAN 6 Paralela rv60
y bla95

< Anterior

Siguiente >

Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)


1 Después de esto, Jesús fue al otro lado del mar de Galilea, el de Tiberias.

2 Y le seguía gran multitud, porque veían las señales que hacía en los enfermos.

3 Entonces subió Jesús a un monte, y se sentó allí con sus discípulos.

4 Y estaba cerca la pascua, la fiesta de los judíos.

5 Cuando alzó Jesús los ojos, y vio que había venido a él gran multitud, dijo a Felipe: ¿De dónde compraremos pan para que coman éstos?

6 Pero esto decía para probarle; porque él sabía lo que había de hacer.

7 Felipe le respondió: Doscientos denarios de pan no bastarían para que cada uno de ellos tomase un poco.

8 Uno de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro, le dijo:

9 Aquí está un muchacho, que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos; mas ¿qué es esto para tantos?

10 Entonces Jesús dijo: Haced recostar la gente. Y había mucha hierba en aquel lugar; y se recostaron como en número de cinco mil varones.

11 Y tomó Jesús aquellos panes, y habiendo dado gracias, los repartió entre los discípulos, y los discípulos entre los que estaban recostados; asimismo de los peces, cuanto querían.

12 Y cuando se hubieron saciado, dijo a sus discípulos: Recoged los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada.

13 Recogieron, pues, y llenaron doce cestas de pedazos, que de los cinco panes de cebada sobraron a los que habían comido.

14 Aquellos hombres entonces, viendo la señal que Jesús había hecho, dijeron: Este verdaderamente es el profeta que había de venir al mundo.

15 Pero entendiendo Jesús que iban a venir para apoderarse de él y hacerle rey, volvió a retirarse al monte él solo.

16 Al anochecer, descendieron sus discípulos al mar,

17 y entrando en una barca, iban cruzando el mar hacia Capernaum. Estaba ya oscuro, y Jesús no había venido a ellos.

18 Y se levantaba el mar con un gran viento que soplaba.

19 Cuando habían remado como veinticinco o treinta estadios, vieron a Jesús que andaba sobre el mar y se acercaba a la barca; y tuvieron miedo.

20 Mas él les dijo: Yo soy; no temáis.

21 Ellos entonces con gusto le recibieron en la barca, la cual llegó en seguida a la tierra adonde iban.

22 El día siguiente, la gente que estaba al otro lado del mar vio que no había habido allí más que una sola barca, y que Jesús no había entrado en ella con sus discípulos, sino que éstos se habían ido solos.

23 Pero otras barcas habían arribado de Tiberias junto al lugar donde habían comido el pan después de haber dado gracias el Señor.

24 Cuando vio, pues, la gente que Jesús no estaba allí, ni sus discípulos, entraron en las barcas y fueron a Capernaum, buscando a Jesús.

25 Y hallándole al otro lado del mar, le dijeron: Rabí, ¿cuándo llegaste acá?

26 Respondió Jesús y les dijo: De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis.

27 Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque a éste señaló Dios el Padre.

28 Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios?

29 Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado.

30 Le dijeron entonces: ¿Qué señal, pues, haces tú, para que veamos, y te creamos? ¿Qué obra haces?

31 Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Pan del cielo les dio a comer.

32 Y Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: No os dio Moisés el pan del cielo, mas mi Padre os da el verdadero pan del cielo.

33 Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo.

34 Le dijeron: Señor, danos siempre este pan.

35 Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.

36 Mas os he dicho, que aunque me habéis visto, no creéis.

37 Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera.

38 Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.

39 Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.

40 Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.

41 Murmuraban entonces de él los judíos, porque había dicho: Yo soy el pan que descendió del cielo.

42 Y decían: ¿No es éste Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo, pues, dice éste: Del cielo he descendido?

43 Jesús respondió y les dijo: No murmuréis entre vosotros.

44 Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero.

45 Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados por Dios. Así que, todo aquel que oyó al Padre, y aprendió de él, viene a mí.

46 No que alguno haya visto al Padre, sino aquel que vino de Dios; éste ha visto al Padre.

47 De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna.

48 Yo soy el pan de vida.

49 Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron.

50 Este es el pan que desciende del cielo, para que el que de él come, no muera.

51 Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo.

52 Entonces los judíos contendían entre sí, diciendo: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?

53 Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.

54 El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.

55 Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.

56 El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él.

57 Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí.

58 Este es el pan que descendió del cielo; no como vuestros padres comieron el maná, y murieron; el que come de este pan, vivirá eternamente.

59 Estas cosas dijo en la sinagoga, enseñando en Capernaum.

60 Al oirlas, muchos de sus discípulos dijeron: Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír?

61 Sabiendo Jesús en sí mismo que sus discípulos murmuraban de esto, les dijo: ¿Esto os ofende?

62 ¿Pues qué, si viereis al Hijo del Hombre subir adonde estaba primero?

63 El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida.

64 Pero hay algunos de vosotros que no creen. Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían, y quién le había de entregar.

65 Y dijo: Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre.

66 Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él.

67 Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros?

68 Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.

69 Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.

70 Jesús les respondió: ¿No os he escogido yo a vosotros los doce, y uno de vosotros es diablo?

71 Hablaba de Judas Iscariote, hijo de Simón; porque éste era el que le iba a entregar, y era uno de los doce.

  X


1 Después Jesús pasó a la otra orilla del lago de Galilea, cerca de Tiberíades.

2 Le seguía un enorme gentío, a causa de las señales milagrosas que le veían hacer en los enfermos.

3 Jesús subió al monte y se sentó allí con sus discípulos.

4 Se acercaba la Pascua, la fiesta de los judíos.

5 Jesús, pues, levantó los ojos y, al ver el numeroso gentío que acudía a él, dijo a Felipe: "¿Dónde iremos a comprar pan para que coma esa gente?"

6 Se lo preguntaba para ponerlo a prueba, pues él sabía bien lo que iba a hacer.

7 Felipe le respondió: "Doscientas monedas de plata no alcanzarían para dar a cada uno un pedazo."

8 Otro discípulo, Andrés, hermano de Simón Pedro, dijo:

9 "Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos pescados. Pero, ¿qué es esto para tanta gente?"

10 Jesús les dijo: "Hagan que se sienta la gente." Había mucho pasto en aquel lugar, y se sentaron los hombres en número de unos cinco mil.

11 Entonces Jesús tomó los panes, dio las gracias y los repartió entre los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los pescados, y todos recibieron cuanto quisieron.

12 Cuando quedaron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos: "Recojan los pedazos que han sobrado para que no se pierda nada."

13 Los recogieron y llenaron doce canastos con los pedazos que no se habían comido: eran las sobras de los cinco panes de cebada.

14 Al ver esta señal que Jesús había hecho, los hombres decían: "Este es sin duda el Profeta que había de venir al mundo."

15 Jesús se dio cuenta de que iban a tomarlo por la fuerza para proclamarlo rey, y nuevamente huyó al monte él solo.

16 Al llegar la noche, sus discípulos bajaron a la orilla

17 y, subiendo a una barca, cruzaron el lago rumbo a Cafarnaún. Habían visto caer la noche sin que Jesús se hubiera reunido con ellos,

18 y empezaban a formarse grandes olas debido al fuerte viento que soplaba.

19 Habían remado como unos cinco kilómetros cuando vieron a Jesús que caminaba sobre el mar y se acercaba a la barca, y se llenaron de espanto.

20 Pero él les dijo: "Soy Yo, no tengan miedo."

21 Quisieron subirlo a la barca, pero la barca se encontró en seguida en la orilla adonde se dirigían.

22 Al día siguiente, la gente que se había quedado al otro lado del lago se dio cuenta que allí no había habido más que una barca y que Jesús no había subido con sus discípulos en la barca, sino que éstos se habían ido solos.

23 Mientras tanto algunas lanchas de Tiberíades habían atracado muy cerca del lugar donde todos habían comido el pan.

24 Al ver que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, la gente subió a las lanchas y se dirigieron a Cafarnaún en busca de Jesús.

25 Al encontrarlo al otro lado del lago, le preguntaron: "Rabbí (Maestro), ¿cómo has venido aquí?"

26 Jesús les contestó: "En verdad les digo: Ustedes me buscan, no porque han visto a través de los signos, sino porque han comido pan hasta saciarse.

27 Trabajen, no por el alimento de un día, sino por el alimento que permanece y da vida eterna. Este se lo dará el Hijo del hombre; él ha sido marcado con el sello del Padre."

28 Entonces le preguntaron: "¿Qué tenemos que hacer para trabajar en las obras de Dios?"

29 Jesús respondió: "La obra de Dios es ésta: creer en aquel que Dios ha enviado."

30 Le dijeron: "¿Qué puedes hacer? ¿Qué señal milagrosa haces tú, para que la veamos y creamos en ti? ¿Cuál es tu obra?

31 Nuestros antepasados comieron el maná en el desierto, según dice la Escritura: Se les dio a comer pan del cielo."

32 Jesús contestó: "En verdad les digo: No fue Moisés quien les dio el pan del cielo. Es mi Padre el que les da el verdadero pan del cielo.

33 El pan que Dios da es Aquel que baja del cielo y que da vida al mundo."

34 Ellos dijeron: "Señor, danos siempre de ese pan."

35 Jesús les dijo: "Yo soy el pan de vida. El que viene a mí nunca tendrá hambre y el que cree en mí nunca tendrá sed.

36 Sin embargo, como ya les dije, ustedes se niegan a creer aun después de haber visto.

37 Todo lo que el Padre me ha dado vendrá a mí, y yo no rechazaré al que venga a mí,

38 porque yo he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado.

39 Y la voluntad del que me ha enviado es que yo no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite en el último día.

40 Sí, ésta es la decisión de mi Padre: toda persona que al contemplar al Hijo crea en él, tendrá vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día."

41 Los judíos murmuraban porque Jesús había dicho: "Yo soy el pan que ha bajado del cielo."

42 Y decían: "Conocemos a su padre y a su madre, ¿no es cierto? El no es sino Jesús, el hijo de José. ¿Cómo puede decir que ha bajado del cielo?"

43 Jesús les contestó: "No murmuren entre ustedes.

44 Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me envió. Y yo lo resucitaré en el último día.

45 Está escrito en los Profetas: Serán todos enseñados por Dios, y es así como viene a mí toda persona que ha escuchado al Padre y ha recibido su enseñanza.

46 Pues, por supuesto que nadie ha visto al Padre: sólo Aquel que ha venido de Dios ha visto al Padre.

47 En verdad les digo: El que cree tiene vida eterna.

48 Yo soy el pan de vida.

49 Sus antepasados comieron el maná en el desierto, pero murieron:

50 aquí tienen el pan que baja del cielo, para que lo coman y ya no mueran.

51 Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá para siempre. El pan que yo daré es mi carne, y lo daré para la vida del mundo."

52 Los judíos discutían entre sí: "¿Cómo puede éste darnos a comer carne?"

53 Jesús les dijo: "En verdad les digo que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tienen vida en ustedes.

54 El que come mi carne y bebe mi sangre vive de vida eterna, y yo lo resucitaré el último día.

55 Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida.

56 El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él.

57 Como el Padre, que es vida, me envió y yo vivo por el Padre, así quien me come vivirá por mí.

58 Este es el pan que ha bajado del cielo. Pero no como el de vuestros antepasados, que comieron y después murieron. El que coma este pan vivirá para siempre.

59 Así habló Jesús en Cafarnaún enseñando en la sinagoga.

60 Al escucharlo, cierto número de discípulos de Jesús dijeron: "¡Este lenguaje es muy duro! ¿Quién querrá escucharlo?"

61 Jesús se dio cuenta de que sus discípulos criticaban su discurso y les dijo: "¿Les desconcierta lo que he dicho?

62 ¿Qué será, entonces, cuando vean al Hijo del hombre subir al lugar donde estaba antes?

63 El espíritu es el que da vida, la carne no sirve para nada. Las palabras que les he dicho son espíritu, y son vida.

64 Pero hay entre ustedes algunos que no creen." Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían y quién lo iba a entregar.

65 Y agregó: "Como he dicho antes, nadie puede venir a mí si no se lo concede el Padre."

66 A partir de entonces muchos de sus discípulos se volvieron atrás y dejaron de seguirle.

67 Jesús preguntó a los Doce: "¿Quieren marcharse también ustedes?"

68 Pedro le contestó: "Señor, ¿a quién iríamos? Tú tienes palabras de vida eterna.

69 Nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios."

70 Jesús les dijo: "¿No los elegí yo a ustedes, a los Doce? Y sin embargo uno de ustedes es un diablo."

71 Jesús se refería a Judas Iscariote, hijo de Simón, pues era uno de los Doce y lo iba a traicionar.