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MARCOS 6 Paralela rv60
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Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)


1 Salió Jesús de allí y vino a su tierra, y le seguían sus discípulos.

2 Y llegado el día de reposo, comenzó a enseñar en la sinagoga; y muchos, oyéndole, se admiraban, y decían: ¿De dónde tiene éste estas cosas? ¿Y qué sabiduría es esta que le es dada, y estos milagros que por sus manos son hechos?

3 ¿No es éste el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros sus hermanas? Y se escandalizaban de él.

4 Mas Jesús les decía: No hay profeta sin honra sino en su propia tierra, y entre sus parientes, y en su casa.

5 Y no pudo hacer allí ningún milagro, salvo que sanó a unos pocos enfermos, poniendo sobre ellos las manos.

6 Y estaba asombrado de la incredulidad de ellos. Y recorría las aldeas de alrededor, enseñando.

7 Después llamó a los doce, y comenzó a enviarlos de dos en dos; y les dio autoridad sobre los espíritus inmundos.

8 Y les mandó que no llevasen nada para el camino, sino solamente bordón; ni alforja, ni pan, ni dinero en el cinto,

9 sino que calzasen sandalias, y no vistiesen dos túnicas.

10 Y les dijo: Dondequiera que entréis en una casa, posad en ella hasta que salgáis de aquel lugar.

11 Y si en algún lugar no os recibieren ni os oyeren, salid de allí, y sacudid el polvo que está debajo de vuestros pies, para testimonio a ellos. De cierto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para los de Sodoma y Gomorra, que para aquella ciudad.

12 Y saliendo, predicaban que los hombres se arrepintiesen.

13 Y echaban fuera muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos, y los sanaban.

14 Oyó el rey Herodes la fama de Jesús, porque su nombre se había hecho notorio; y dijo: Juan el Bautista ha resucitado de los muertos, y por eso actúan en él estos poderes.

15 Otros decían: Es Elías. Y otros decían: Es un profeta, o alguno de los profetas.

16 Al oír esto Herodes, dijo: Este es Juan, el que yo decapité, que ha resucitado de los muertos.

17 Porque el mismo Herodes había enviado y prendido a Juan, y le había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, mujer de Felipe su hermano; pues la había tomado por mujer.

18 Porque Juan decía a Herodes: No te es lícito tener la mujer de tu hermano.

19 Pero Herodías le acechaba, y deseaba matarle, y no podía;

20 porque Herodes temía a Juan, sabiendo que era varón justo y santo, y le guardaba a salvo; y oyéndole, se quedaba muy perplejo, pero le escuchaba de buena gana.

21 Pero venido un día oportuno, en que Herodes, en la fiesta de su cumpleaños, daba una cena a sus príncipes y tribunos y a los principales de Galilea,

22 entrando la hija de Herodías, danzó, y agradó a Herodes y a los que estaban con él a la mesa; y el rey dijo a la muchacha: Pídeme lo que quieras, y yo te lo daré.

23 Y le juró: Todo lo que me pidas te daré, hasta la mitad de mi reino.

24 Saliendo ella, dijo a su madre: ¿Qué pediré? Y ella le dijo: La cabeza de Juan el Bautista.

25 Entonces ella entró prontamente al rey, y pidió diciendo: Quiero que ahora mismo me des en un plato la cabeza de Juan el Bautista.

26 Y el rey se entristeció mucho; pero a causa del juramento, y de los que estaban con él a la mesa, no quiso desecharla.

27 Y en seguida el rey, enviando a uno de la guardia, mandó que fuese traída la cabeza de Juan.

28 El guarda fue, le decapitó en la cárcel, y trajo su cabeza en un plato y la dio a la muchacha, y la muchacha la dio a su madre.

29 Cuando oyeron esto sus discípulos, vinieron y tomaron su cuerpo, y lo pusieron en un sepulcro.

30 Entonces los apóstoles se juntaron con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho, y lo que habían enseñado.

31 El les dijo: Venid vosotros aparte a un lugar desierto, y descansad un poco. Porque eran muchos los que iban y venían, de manera que ni aun tenían tiempo para comer.

32 Y se fueron solos en una barca a un lugar desierto.

33 Pero muchos los vieron ir, y le reconocieron; y muchos fueron allá a pie desde las ciudades, y llegaron antes que ellos, y se juntaron a él.

34 Y salió Jesús y vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas que no tenían pastor; y comenzó a enseñarles muchas cosas.

35 Cuando ya era muy avanzada la hora, sus discípulos se acercaron a él, diciendo: El lugar es desierto, y la hora ya muy avanzada.

36 Despídelos para que vayan a los campos y aldeas de alrededor, y compren pan, pues no tienen qué comer.

37 Respondiendo él, les dijo: Dadles vosotros de comer. Ellos le dijeron: ¿Que vayamos y compremos pan por doscientos denarios, y les demos de comer?

38 El les dijo: ¿Cuántos panes tenéis? Id y vedlo. Y al saberlo, dijeron: Cinco, y dos peces.

39 Y les mandó que hiciesen recostar a todos por grupos sobre la hierba verde.

40 Y se recostaron por grupos, de ciento en ciento, y de cincuenta en cincuenta.

41 Entonces tomó los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, bendijo, y partió los panes, y dio a sus discípulos para que los pusiesen delante; y repartió los dos peces entre todos.

42 Y comieron todos, y se saciaron.

43 Y recogieron de los pedazos doce cestas llenas, y de lo que sobró de los peces.

44 Y los que comieron eran cinco mil hombres.

45 En seguida hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de él a Betsaida, en la otra ribera, entre tanto que él despedía a la multitud.

46 Y después que los hubo despedido, se fue al monte a orar;

47 y al venir la noche, la barca estaba en medio del mar, y él solo en tierra.

48 Y viéndoles remar con gran fatiga, porque el viento les era contrario, cerca de la cuarta vigilia de la noche vino a ellos andando sobre el mar, y quería adelantárseles.

49 Viéndole ellos andar sobre el mar, pensaron que era un fantasma, y gritaron;

50 porque todos le veían, y se turbaron. Pero en seguida habló con ellos, y les dijo: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis!

51 Y subió a ellos en la barca, y se calmó el viento; y ellos se asombraron en gran manera, y se maravillaban.

52 Porque aún no habían entendido lo de los panes, por cuanto estaban endurecidos sus corazones.

53 Terminada la travesía, vinieron a tierra de Genesaret, y arribaron a la orilla.

54 Y saliendo ellos de la barca, en seguida la gente le conoció.

55 Y recorriendo toda la tierra de alrededor, comenzaron a traer de todas partes enfermos en lechos, a donde oían que estaba.

56 Y dondequiera que entraba, en aldeas, ciudades o campos, ponían en las calles a los que estaban enfermos, y le rogaban que les dejase tocar siquiera el borde de su manto; y todos los que le tocaban quedaban sanos.

  X


1 Al irse Jesús de allí, volvió a su tierra, y sus discípulos se fueron con él.

2 Cuando llegó el sábado, se puso a enseñar en la sinagoga y mucha gente lo escuchaba con estupor. Se preguntaban: "¿De dónde le viene todo esto? ¿Y qué pensar de la sabiduría que ha recibido, con esos milagros que salen de sus manos?

3 Pero no es más que el carpintero, el hijo de María; es un hermano de Santiago, de Joset, de Judas y Simón. ¿Y sus hermanas no están aquí entre nosotros?" Se escandalizaban y no lo reconocían.

4 Jesús les dijo: "Si hay un lugar donde un profeta es despreciado, es en su tierra, entre su parentela y en su propia familia."

5 Y no pudo hacer allí ningún milagro. Tan sólo sanó a unos pocos enfermos imponiéndoles las manos.

6 Jesús se admiraba de cómo se negaban a creer.

7 Llamó a los Doce y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus malos.

8 Les ordenó que no llevaran nada para el camino, fuera de un bastón: ni pan, ni morral, ni dinero;

9 que llevaran calzado corriente y un solo manto.

10 Y les decía: "Quédense en la primera casa en que les den alojamiento, hasta que se vayan de ese sitio.

11 Y si en algún lugar no los reciben ni los escuchan, no se alejen de allí sin haber sacudido el polvo de sus pies: con esto darán testimonio contra ellos."

12 Fueron, pues, a predicar, invitando a la conversión.

13 Expulsaban a muchos espíritus malos y sanaban a numerosos enfermos, ungiéndoles con aceite.

14 El rey Herodes oyó hablar de Jesús, ya que su nombre se había hecho famoso. Algunos decían: "Este es Juan el Bautista, que ha resucitado de entre los muertos, y por eso actúan en él poderes milagrosos."

15 Otros decían: "Es Elías", y otros: "Es un profeta como los antiguos profetas".

16 Herodes, por su parte, pensaba: "Debe de ser Juan, al que le hice cortar la cabeza, que ha resucitado."

17 En efecto, Herodes había mandado tomar preso a Juan y lo había encadenado en la cárcel por el asunto de Herodías, mujer de su hermano Filipo, con la que se había casado.

18 Pues Juan le decía: "No te está permitido tener a la mujer de tu hermano."

19 Herodías lo odiaba y quería matarlo, pero no podía,

20 pues Herodes veía que Juan era un hombre justo y santo, y le tenía respeto. Por eso lo protegía, y lo escuchaba con gusto, aunque quedaba muy perplejo al oírlo.

21 Herodías tuvo su oportunidad cuando Herodes, el día de su cumpleaños, dio un banquete a sus nobles, a sus oficiales y a los personajes principales de Galilea.

22 En esa ocasión entró la hija de Herodías, bailó y gustó mucho a Herodes y a sus invitados. Entonces el rey dijo a la muchacha: "Pídeme lo que quieras y te lo daré."

23 Y le prometió con juramento: "Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino."

24 Salió ella a consultar a su madre: "¿Qué pido?" La madre le respondió: "La cabeza de Juan el Bautista."

25 Inmediatamente corrió a donde estaba el rey y le dijo: "Quiero que ahora mismo me des la cabeza de Juan el Bautista en una bandeja."

26 El rey se sintió muy molesto, pero no quiso negárselo, porque se había comprometido con juramento delante de los invitados.

27 Ordenó, pues, a un verdugo que le trajera la cabeza de Juan. Este fue a la cárcel y le cortó la cabeza.

28 Luego, trayéndola en una bandeja, se la entregó a la muchacha y ésta se la pasó a su madre.

29 Cuando la noticia llegó a los discípulos de Juan, vinieron a recoger el cuerpo y lo enterraron.

30 Al volver los apóstoles a donde estaba Jesús, le contaron todo lo que habían hecho y enseñado.

31 Jesús les dijo: "Vámonos aparte, a un lugar retirado, y descansarán un poco." Porque eran tantos los que iban y venían que no les quedaba tiempo ni para comer.

32 Y se fueron solos en una barca a un lugar despoblado.

33 Pero la gente vio cómo se iban, y muchos cayeron en la cuenta; y se dirigieron allá a pie. De todos los pueblos la gente se fue corriendo y llegaron antes que ellos.

34 Al desembarcar, Jesús vio toda aquella gente, y sintió compasión de ellos, pues estaban como ovejas sin pastor. Y se puso a enseñarles largamente.

35 Se había hecho tarde. Los discípulos se le acercaron y le dijeron: "Estamos en un lugar despoblado y ya se ha hecho tarde;

36 despide a la gente para que vayan a las aldeas y a los pueblos más cercanos y se compren algo de comer."

37 Jesús les contestó: "Denles ustedes de comer." Ellos dijeron: "¿Y quieres que vayamos nosotros a comprar doscientos denarios de pan para dárselo?"

38 Jesús les dijo: "¿Cuántos panes tienen ustedes? Vayan a ver." Volvieron y le dijeron: "Hay cinco, y además hay dos pescados."

39 Entonces les dijo que hicieran sentar a la gente en grupos sobre el pasto verde.

40 Se acomodaron en grupos de cien y de cincuenta.

41 Tomó Jesús los cinco panes y los dos pescados, levantó los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y los iba dando a los discípulos para que se los sirvieran a la gente. Asimismo repartió los dos pescados entre todos.

42 Comieron todos hasta saciarse;

43 incluso se llenaron doce canastos con los pedazos de pan, sin contar lo que sobró de los pescados.

44 Los que habían comido eran unos cinco mil hombres.

45 Inmediatamente Jesús obligó a sus discípulos a que subieran a la barca y lo fueran a esperar a Betsaida, en la otra orilla, mientras él despachaba a la gente.

46 Jesús despidió, pues, a la gente, y luego se fue al cerro a orar.

47 Al anochecer, la barca estaba en medio del lago y Jesús se había quedado solo en tierra.

48 Jesús vio que sus discípulos iban agotados de tanto remar, pues el viento les era contrario, y antes de que terminara la noche fue hacia ellos caminando sobre el mar, como si quisiera pasar de largo.

49 Al verlo caminar sobre el mar, creyeron que era un fantasma y se pusieron a gritar,

50 pues todos estaban asustados al verlo así. Pero Jesús les habló: "Ánimo, no teman, que soy yo."

51 Y subió a la barca con ellos. De inmediato se calmó el viento, con lo cual quedaron muy asombrados.

52 Pues no habían entendido lo que había pasado con los panes, tenían la mente cerrada.

53 Terminada la travesía, llegaron a Genesaret y amarraron allí la barca.

54 Apenas se bajaron, la gente lo reconoció,

55 y corrieron a dar la noticia por toda aquella región. Empezaron a traer a los enfermos en sus camillas al lugar donde él estaba,

56 y en todos los lugares adonde iba, pueblos, ciudades o aldeas, ponían a los enfermos en las plazas y le rogaban que les dejara tocar al menos el fleco de su manto. Y todos los que lo tocaban quedaban sanos.