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MATEO 15 Paralela rv60
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Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)


1 Entonces se acercaron a Jesús ciertos escribas y fariseos de Jerusalén, diciendo:

2 ¿Por qué tus discípulos quebrantan la tradición de los ancianos? Porque no se lavan las manos cuando comen pan.

3 Respondiendo él, les dijo: ¿Por qué también vosotros quebrantáis el mandamiento de Dios por vuestra tradición?

4 Porque Dios mandó diciendo: Honra a tu padre y a tu madre; y: El que maldiga al padre o a la madre, muera irremisiblemente.

5 Pero vosotros decís: Cualquiera que diga a su padre o a su madre: Es mi ofrenda a Dios todo aquello con que pudiera ayudarte,

6 ya no ha de honrar a su padre o a su madre. Así habéis invalidado el mandamiento de Dios por vuestra tradición.

7 Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, cuando dijo:

8 Este pueblo de labios me honra; Mas su corazón está lejos de mí.

9 Pues en vano me honran, Enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres.

10 Y llamando a sí a la multitud, les dijo: Oíd, y entended:

11 No lo que entra en la boca contamina al hombre; mas lo que sale de la boca, esto contamina al hombre.

12 Entonces acercándose sus discípulos, le dijeron: ¿Sabes que los fariseos se ofendieron cuando oyeron esta palabra?

13 Pero respondiendo él, dijo: Toda planta que no plantó mi Padre celestial, será desarraigada.

14 Dejadlos; son ciegos guías de ciegos; y si el ciego guiare al ciego, ambos caerán en el hoyo.

15 Respondiendo Pedro, le dijo: Explícanos esta parábola.

16 Jesús dijo: ¿También vosotros sois aún sin entendimiento?

17 ¿No entendéis que todo lo que entra en la boca va al vientre, y es echado en la letrina?

18 Pero lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre.

19 Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias.

20 Estas cosas son las que contaminan al hombre; pero el comer con las manos sin lavar no contamina al hombre.

21 Saliendo Jesús de allí, se fue a la región de Tiro y de Sidón.

22 Y he aquí una mujer cananea que había salido de aquella región clamaba, diciéndole: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí! Mi hija es gravemente atormentada por un demonio.

23 Pero Jesús no le respondió palabra. Entonces acercándose sus discípulos, le rogaron, diciendo: Despídela, pues da voces tras nosotros.

24 El respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel.

25 Entonces ella vino y se postró ante él, diciendo: ¡Señor, socórreme!

26 Respondiendo él, dijo: No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos.

27 Y ella dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos.

28 Entonces respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres. Y su hija fue sanada desde aquella hora.

29 Pasó Jesús de allí y vino junto al mar de Galilea; y subiendo al monte, se sentó allí.

30 Y se le acercó mucha gente que traía consigo a cojos, ciegos, mudos, mancos, y otros muchos enfermos; y los pusieron a los pies de Jesús, y los sanó;

31 de manera que la multitud se maravillaba, viendo a los mudos hablar, a los mancos sanados, a los cojos andar, y a los ciegos ver; y glorificaban al Dios de Israel.

32 Y Jesús, llamando a sus discípulos, dijo: Tengo compasión de la gente, porque ya hace tres días que están conmigo, y no tienen qué comer; y enviarlos en ayunas no quiero, no sea que desmayen en el camino.

33 Entonces sus discípulos le dijeron: ¿De dónde tenemos nosotros tantos panes en el desierto, para saciar a una multitud tan grande?

34 Jesús les dijo: ¿Cuántos panes tenéis? Y ellos dijeron: Siete, y unos pocos pececillos.

35 Y mandó a la multitud que se recostase en tierra.

36 Y tomando los siete panes y los peces, dio gracias, los partió y dio a sus discípulos, y los discípulos a la multitud.

37 Y comieron todos, y se saciaron; y recogieron lo que sobró de los pedazos, siete canastas llenas.

38 Y eran los que habían comido, cuatro mil hombres, sin contar las mujeres y los niños.

39 Entonces, despedida la gente, entró en la barca, y vino a la región de Magdala.

  X


1 Unos fariseos y maestros de la Ley habían venido de Jerusalén. Se acercaron a Jesús

2 y le dijeron: "¿Por qué tus discípulos no respetan la tradición de los antepasados? No se lavan las manos antes de comer."

3 Jesús contestó: "Y ustedes, ¿por qué quebrantan el mandamiento de Dios en nombre de sus tradiciones?

4 Pues Dios ordenó: Cumple tus deberes con tu padre y con tu madre. Y también: El que maldiga a su padre o a su madre debe ser condenado a muerte.

5 En cambio, según ustedes, es correcto decir a su padre o a su madre: Lo que podías esperar de mí, ya lo tengo reservado para el Templo.

6 En este caso, según ustedes, una persona queda libre de sus deberes para con su padre y su madre. Y es así como ustedes anulan el mandamiento de Dios en nombre de sus tradiciones.

7 ¡Qué bien salvan las apariencias! Con justa razón profetizó Isaías de ustedes, cuando dijo:

8 Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí.

9 El culto que me rinden no sirve de nada, las doctrinas que enseñan no son más que mandatos de hombres."

10 Luego Jesús mandó acercarse a la gente y les dijo: "Escuchen y entiendan:

11 Lo que entra por la boca no hace impura a la persona, pero sí mancha a la persona lo que sale de su boca."

12 Poco después los discípulos se acercaron y le dijeron: "¿Sabes que los fariseos se han escandalizado de tu declaración?"

13 Jesús respondió: "Toda planta que no haya plantado mi Padre celestial, será arrancada de raíz.

14 ¡No les hagan caso! Son ciegos que guían a otros ciegos. Y si un ciego guía a otro ciego, los dos caerán en el hoyo."

15 Entonces Pedro tomó la palabra: "Explícanos esta sentencia."

16 Jesús le respondió: "¿También ustedes están todavía cerrados?

17 ¿No comprenden que todo lo que entra por la boca va al estómago y después termina en el basural?

18 En cambio lo que sale de la boca procede del corazón, y eso es lo que hace impura a la persona.

19 Del corazón proceden los malos deseos, asesinatos, adulterios, inmoralidad sexual, robos, mentiras, chismes.

20 Estas son las cosas que hacen impuro al hombre; pero el comer sin lavarse las manos, no hace impuro al hombre."

21 Jesús marchó de allí y se fue en dirección a las tierras de Tiro y Sidón.

22 Una mujer cananea, que llegaba de ese territorio, empezó a gritar: "¡Señor, hijo de David, ten compasión de mí! Mi hija está atormentada por un demonio."

23 Pero Jesús no le contestó ni una palabra. Entonces sus discípulos se acercaron y le dijeron: "Atiéndela, mira cómo grita detrás de nosotros."

24 Jesús contestó: "No he sido enviado sino a las ovejas perdidas del pueblo de Israel."

25 Pero la mujer se acercó a Jesús; y, puesta de rodillas, le decía: "¡Señor, ayúdame!"

26 Jesús le dijo: "No se debe echar a los perros el pan de los hijos."

27 La mujer contestó: "Es verdad, Señor, pero también los perritos comen las migajas que caen de la mesa de sus amos."

28 Entonces Jesús le dijo: "Mujer, ¡qué grande es tu fe! Que se cumpla tu deseo." Y en aquel momento quedó sana su hija.

29 De allí Jesús volvió a la orilla del mar de Galilea y, subiendo al cerro, se sentó en ese lugar.

30 Un gentío muy numeroso se acercó a él trayendo mudos, ciegos, cojos, mancos y personas con muchas otras enfermedades. Los colocaron a los pies de Jesús y él los sanó.

31 La gente quedó maravillada al ver que hablaban los mudos y caminaban los cojos, que los lisiados quedaban sanos y que los ciegos recuperaban la vista; todos glorificaban al Dios de Israel.

32 Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: "Siento compasión de esta gente, pues hace ya tres días que me siguen y no tienen comida. Y no quiero despedirlos en ayunas, porque temo que se desmayen en el camino."

33 Sus discípulos le respondieron: "Estamos en un desierto, ¿dónde vamos a encontrar suficiente pan como para alimentar a tanta gente?"

34 Jesús les dijo: "¿Cuántos panes tienen ustedes?" Respondieron: "Siete, y algunos pescaditos."

35 Entonces Jesús mandó a la gente que se sentara en el suelo.

36 Tomó luego los siete panes y los pescaditos, dio gracias y los partió. Iba entregándolos a los discípulos, y éstos los repartían a la gente.

37 Todos comieron hasta saciarse y llenaron siete cestos con los pedazos que sobraron.

38 Los que habían comido eran cuatro mil hombres, sin contar mujeres y niños.

39 Después Jesús despidió a la muchedumbre, subió a la barca y fue al territorio de Magadán.