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MATEO 16 Paralela rv60
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Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)


1 Vinieron los fariseos y los saduceos para tentarle, y le pidieron que les mostrase señal del cielo.

2 Mas él respondiendo, les dijo: Cuando anochece, decís: Buen tiempo; porque el cielo tiene arreboles.

3 Y por la mañana: Hoy habrá tempestad; porque tiene arreboles el cielo nublado. ¡Hipócritas! que sabéis distinguir el aspecto del cielo, ¡mas las señales de los tiempos no podéis!

4 La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás. Y dejándolos, se fue.

5 Llegando sus discípulos al otro lado, se habían olvidado de traer pan.

6 Y Jesús les dijo: Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos y de los saduceos.

7 Ellos pensaban dentro de sí, diciendo: Esto dice porque no trajimos pan.

8 Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Por qué pensáis dentro de vosotros, hombres de poca fe, que no tenéis pan?

9 ¿No entendéis aún, ni os acordáis de los cinco panes entre cinco mil hombres, y cuántas cestas recogisteis?

10 ¿Ni de los siete panes entre cuatro mil, y cuántas canastas recogisteis?

11 ¿Cómo es que no entendéis que no fue por el pan que os dije que os guardaseis de la levadura de los fariseos y de los saduceos?

12 Entonces entendieron que no les había dicho que se guardasen de la levadura del pan, sino de la doctrina de los fariseos y de los saduceos.

13 Viniendo Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?

14 Ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías, o alguno de los profetas.

15 El les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?

16 Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.

17 Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos.

18 Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.

19 Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos.

20 Entonces mandó a sus discípulos que a nadie dijesen que él era Jesús el Cristo.

21 Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día.

22 Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle, diciendo: Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca.

23 Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.

24 Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.

25 Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará.

26 Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?

27 Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.

28 De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en su reino.

  X


1 Los fariseos y los saduceos se acercaron a Jesús. Querían ponerlo en apuros, y le pidieron una señal milagrosa que viniera del Cielo.

2 Jesús respondió: "Al atardecer ustedes dicen: Hará buen tiempo, pues el cielo está rojo y encendido.

3 Y por la mañana: Con este cielo rojo oscuro, hoy habrá tormenta. Ustedes, pues, conocen e interpretan los aspectos del cielo, ¿y no tienen capacidad para las señales de los tiempos?

4 ¡Generación mala y adúltera! Ustedes piden una señal, pero señal no tendrán, sino la señal de Jonás." Jesús, pues, los dejó y se marchó.

5 Los discípulos, al pasar a la otra orilla, se habían olvidado de llevar pan.

6 Jesús les dijo: "Tengan cuidado y desconfíen de la levadura de los fariseos y de los saduceos."

7 Ellos empezaron a comentar entre sí: "¡Caramba!, no trajimos pan."

8 Jesús se dio cuenta y les dijo: "¿Por qué se preocupan, hombres de poca fe? ¿Porque no tienen pan?

9 ¿Es que aún no comprenden? ¿No se acuerdan de los cinco panes para los cinco mil hombres, y cuántas canastas recogieron?

10 ¿Ni de los siete panes para los cuatro mil hombres, y cuántos cestos llenaron con lo que sobró?

11 Yo no me refería al pan cuando les dije: Cuídense de la levadura de los fariseos y de los saduceos. ¿Cómo puede ser que no me hayan comprendido?"

12 Entonces entendieron a lo que Jesús se refería: que debían tener los ojos abiertos, no para cosas de levadura, sino para las enseñanzas de los fariseos y saduceos.

13 Jesús se fue a la región de Cesarea de Filipo. Estando allí, preguntó a sus discípulos: "Según el parecer de la gente, ¿quién soy yo? ¿Quién es el Hijo del Hombre?"

14 Respondieron: "Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros que eres Elías, o bien Jeremías o alguno de los profetas."

15 Jesús les preguntó: "Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?"

16 Pedro contestó: "Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo."

17 Jesús le replicó: "Feliz eres, Simón Barjona, porque esto no te lo ha revelado la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los Cielos.

18 Y ahora yo te digo: Tú eres Pedro (o sea Piedra), y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia; los poderes de la muerte jamás la podrán vencer.

19 Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos: lo que ates en la tierra quedará atado en el Cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el Cielo."

20 Entonces Jesús les ordenó a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era el Mesías.

21 A partir de ese día, Jesucristo comenzó a manifestar a sus discípulos que él debía ir a Jerusalén y que las autoridades judías, los sumos sacerdotes y los maestros de la Ley lo iban a hacer sufrir mucho. Que incluso debía ser muerto y que resucitaría al tercer día.

22 Pedro lo llevó aparte y se puso a reprenderlo: "¡Dios no lo permita, Señor! Nunca te sucederán tales cosas."

23 Pero Jesús se volvió y le dijo: "¡Pasa detrás de mí, Satanás! Tú me harías tropezar. Tus ambiciones no son las de Dios, sino las de los hombres."

24 Entonces dijo Jesús a sus discípulos: "El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, cargue con su cruz y me siga.

25 Pues el que quiera asegurar su vida la perderá, pero el que sacrifique su vida por causa mía, la hallará.

26 ¿De qué le serviría a uno ganar el mundo entero si se destruye a sí mismo? ¿Qué dará para rescatarse a sí mismo?

27 Sepan que el Hijo del Hombre vendrá con la gloria de su Padre, rodeado de sus ángeles, y entonces recompensará a cada uno según su conducta.

28 En verdad les digo: algunos que están aquí presentes no pasarán por la muerte sin antes haber visto al Hijo del Hombre viniendo como Rey."