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PROVERBIOS 23 Paralela rv60
y bla95

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Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)


1 Cuando te sientes a comer con algún señor, Considera bien lo que está delante de ti,

2 Y pon cuchillo a tu garganta, Si tienes gran apetito.

3 No codicies sus manjares delicados, Porque es pan engañoso.

4 No te afanes por hacerte rico; Sé prudente, y desiste.

5 ¿Has de poner tus ojos en las riquezas, siendo ningunas? Porque se harán alas Como alas de águila, y volarán al cielo.

6 No comas pan con el avaro, Ni codicies sus manjares;

7 Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él. Come y bebe, te dirá; Mas su corazón no está contigo.

8 Vomitarás la parte que comiste, Y perderás tus suaves palabras.

9 No hables a oídos del necio, Porque menospreciará la prudencia de tus razones.

10 No traspases el lindero antiguo, Ni entres en la heredad de los huérfanos;

11 Porque el defensor de ellos es el Fuerte, El cual juzgará la causa de ellos contra ti.

12 Aplica tu corazón a la enseñanza, Y tus oídos a las palabras de sabiduría.

13 No rehúses corregir al muchacho; Porque si lo castigas con vara, no morirá.

14 Lo castigarás con vara, Y librarás su alma del Seol.

15 Hijo mío, si tu corazón fuere sabio, También a mí se me alegrará el corazón;

16 Mis entrañas también se alegrarán Cuando tus labios hablaren cosas rectas.

17 No tenga tu corazón envidia de los pecadores, Antes persevera en el temor de Jehová todo el tiempo;

18 Porque ciertamente hay fin, Y tu esperanza no será cortada.

19 Oye, hijo mío, y sé sabio, Y endereza tu corazón al camino.

20 No estés con los bebedores de vino, Ni con los comedores de carne;

21 Porque el bebedor y el comilón empobrecerán, Y el sueño hará vestir vestidos rotos.

22 Oye a tu padre, a aquel que te engendró; Y cuando tu madre envejeciere, no la menosprecies.

23 Compra la verdad, y no la vendas; La sabiduría, la enseñanza y la inteligencia.

24 Mucho se alegrará el padre del justo, Y el que engendra sabio se gozará con él.

25 Alégrense tu padre y tu madre, Y gócese la que te dio a luz.

26 Dame, hijo mío, tu corazón, Y miren tus ojos por mis caminos.

27 Porque abismo profundo es la ramera, Y pozo angosto la extraña.

28 También ella, como robador, acecha, Y multiplica entre los hombres los prevaricadores.

29 ¿Para quién será el ay? ¿Para quién el dolor? ¿Para quién las rencillas? ¿Para quién las quejas? ¿Para quién las heridas en balde? ¿Para quién lo amoratado de los ojos?

30 Para los que se detienen mucho en el vino, Para los que van buscando la mistura.

31 No mires al vino cuando rojea, Cuando resplandece su color en la copa. Se entra suavemente;

32 Mas al fin como serpiente morderá, Y como áspid dará dolor.

33 Tus ojos mirarán cosas extrañas, Y tu corazón hablará perversidades.

34 Serás como el que yace en medio del mar, O como el que está en la punta de un mastelero.

35 Y dirás: Me hirieron, mas no me dolió; Me azotaron, mas no lo sentí; Cuando despertare, aún lo volveré a buscar.

  X


1 Si estás a la mesa con un noble, mira bien lo que hay ante ti.

2 ¡No seas goloso, te pondrás el cuchillo a la garganta!

3 No te abalances sobre sus buenos platos: son alimentos engañosos.

4 No te canses persiguiendo la riqueza, déjate de pensar en ella;

5 apenas se la ve ya desapareció. Se pone alas e igual que un águila se pierde entre las nubes.

6 No comas el pan de un hombre interesado, no codicies sus manjares delicados,

7 porque toda su actitud es calculada: "¡Come y bebe!" te dice, pero su corazón no está contigo.

8 Tendrás que vomitar el bocado que hayas comido, y habrás perdido tus buenas palabras.

9 No aconsejes a un tonto, despreciará aun tus palabras más sensatas.

10 No cambies un límite antiguo, no te apoderes del campo de los huérfanos.

11 Tienen a un poderoso defensor, Yavé mismo, quien asumirá su causa en contra tuya.

12 Pon todo tu celo en instruirte, abre tus oídos a las palabras sabias.

13 No vaciles en corregir a un niño: el haberlo azotado no lo hará morir.

14 Debes corregirlo: así lo salvarás de la morada de los muertos.

15 Hijo mío, si llegas a ser un sabio, seré el primero en alegrarme;

16 estaré feliz cuando tú estés en la verdad.

17 No envidies a los pecadores sino que sigue siempre en el temor de Yavé,

18 si lo conservas, verás sus resultados, y tu esperanza no será fallida.

19 Hijo mío, oye y hazte sabio, anda por el camino recto.

20 No te juntes con bebedores de vino y con los que se hartan de carne;

21 porque el borracho y el glotón se empobrecen, y el holgazán irá vestido de harapos.

22 Escucha a tu padre que te dio la vida; no desprecies a tu madre cuando sea viejita.

23 Compra la verdad, no la revendas; adquiere la sabiduría, la instrucción y la inteligencia.

24 El padre del justo tendrá de qué alegrarse; la que dio a luz a un sabio, éste será su felicidad.

25 ¡Que se regocijen pues tu padre y tu madre, que estalle la alegría de la que te dio a luz!

26 Atiéndeme, hijo mío, no pierdas de vista el camino que te indico;

27 Has de saber que la prostituta es una fosa profunda, la mujer adúltera es un pozo estrecho.

28 Está al acecho como un bandido; ¡cuántos hombres han traicionado por culpa de ella!

29 ¿De quién son los "ayes"? ¿De quién son los lamentos? ¿De quiénes las peleas y las quejas? ¿De quiénes los golpes sin motivos y los ojos que ven doble?

30 De los que se dedican a tomar y amontonar botellas y alcohol.

31 No te dejes fascinar por el vino: ¡qué rojo más hermoso, transparente en la copa, y cómo baja!

32 Acabará mordiéndote como una serpiente, te picará como una víbora.

33 Ya no sabrás lo que ves y te pondrás a decir estupideces.

34 Serás como un hombre en alta mar, agarrado al mástil del navío:

35 "¡Me golpearon... pero no me dolió! ¡Me pegaron... pero no sentí!

36 ¿Voy a despertarme? ¡Quiero pedir más!"