< Anterior |
Siguiente > |
1 Palabras de Agur, hijo de Jaqué; la profecía que dijo el varón a Itiel, a Itiel y a Ucal.
2 Ciertamente más rudo soy yo que ninguno, Ni tengo entendimiento de hombre.
3 Yo ni aprendí sabiduría, Ni conozco la ciencia del Santo.
4 ¿Quién subió al cielo, y descendió? ¿Quién encerró los vientos en sus puños? ¿Quién ató las aguas en un paño? ¿Quién afirmó todos los términos de la tierra? ¿Cuál es su nombre, y el nombre de su hijo, si sabes?
5 Toda palabra de Dios es limpia; El es escudo a los que en él esperan.
6 No añadas a sus palabras, para que no te reprenda, Y seas hallado mentiroso.
7 Dos cosas te he demandado; No me las niegues antes que muera:
8 Vanidad y palabra mentirosa aparta de mí; No me des pobreza ni riquezas; Manténme del pan necesario;
9 No sea que me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es Jehová? O que siendo pobre, hurte, Y blasfeme el nombre de mi Dios.
10 No acuses al siervo ante su señor, No sea que te maldiga, y lleves el castigo.
11 Hay generación que maldice a su padre Y a su madre no bendice.
12 Hay generación limpia en su propia opinión, Si bien no se ha limpiado de su inmundicia.
13 Hay generación cuyos ojos son altivos Y cuyos párpados están levantados en alto.
14 Hay generación cuyos dientes son espadas, y sus muelas cuchillos, Para devorar a los pobres de la tierra, y a los menesterosos de entre los hombres.
15 La sanguijuela tiene dos hijas que dicen: ¡Dame! ¡dame! Tres cosas hay que nunca se sacian; Aun la cuarta nunca dice: ¡Basta!
16 El Seol, la matriz estéril, La tierra que no se sacia de aguas, Y el fuego que jamás dice: ¡Basta!
17 El ojo que escarnece a su padre Y menosprecia la enseñanza de la madre, Los cuervos de la cañada lo saquen, Y lo devoren los hijos del águila.
18 Tres cosas me son ocultas; Aun tampoco sé la cuarta:
19 El rastro del águila en el aire; El rastro de la culebra sobre la peña; El rastro de la nave en medio del mar; Y el rastro del hombre en la doncella.
20 El proceder de la mujer adúltera es así: Come, y limpia su boca Y dice: No he hecho maldad.
21 Por tres cosas se alborota la tierra, Y la cuarta ella no puede sufrir:
22 Por el siervo cuando reina; Por el necio cuando se sacia de pan;
23 Por la mujer odiada cuando se casa; Y por la sierva cuando hereda a su señora.
24 Cuatro cosas son de las más pequeñas de la tierra, Y las mismas son más sabias que los sabios:
25 Las hormigas, pueblo no fuerte, Y en el verano preparan su comida;
26 Los conejos, pueblo nada esforzado, Y ponen su casa en la piedra;
27 Las langostas, que no tienen rey, Y salen todas por cuadrillas;
28 La araña que atrapas con la mano, Y está en palacios de rey.
29 Tres cosas hay de hermoso andar, Y la cuarta pasea muy bien:
30 El león, fuerte entre todos los animales, Que no vuelve atrás por nada;
31 El ceñido de lomos; asimismo el macho cabrío; Y el rey, a quien nadie resiste.
32 Si neciamente has procurado enaltecerte, O si has pensado hacer mal, Pon el dedo sobre tu boca.
33 Ciertamente el que bate la leche sacará mantequilla, Y el que recio se suena las narices sacará sangre; Y el que provoca la ira causará contienda.
1 Estas son las palabras de Agur, hijo de Yaqué, originario de Massa. Estas son las sentencias de ese hombre: ¡Me cansé, oh Dios, me cansé y me agoté, oh Dios mío!
2 Soy más estúpido que cualquiera y me falló el sentido común:
3 ¡sí, yo que no aprendí la sabiduría, pensé conocer la ciencia del Santo!
4 ¿Quién subió al cielo y volvió? ¿Quién encerró al viento en su puño? ¿Quién juntó las aguas en su manto? ¿Quién les puso límites a las extremidades del mundo? ¿Me puedes decir su nombre y él de su hijo?
5 Las palabras de Dios pasan cualquier prueba, son un escudo para los que confían en él.
6 No agregues nada a sus palabras: te reprendería y te demostraría que mientes.
7 ¡Dos cosas te pido, Dios mío, no me las niegues hasta el día de mi muerte:
8 aleja de mí la falsedad y la mentira, no me des ni pobreza ni riqueza. Dame sólo mi ración de pan.
9 Porque con la abundancia podría dejarte y decir: "¿Pero, quién es Yavé?" Y en la miseria podría ponerme a robar: lo que sería deshonrar el nombre de mi Dios!
10 No acuses a un sirviente ante su patrón: si te maldijera, lo tendrías bien merecido.
11 ¡Hay personas que maldicen a su padre y no bendicen a su madre,
12 personas que se consideran puras, pero que no han lavado sus suciedades,
13 personas cuyos ojos son despreciativos y de mirada soberbia,
14 personas con dientes como espadas y colmillos como cuchillos, que devoran a los humildes del país y a los pobres del pueblo!
15 La sanguijuela tiene dos hijas, que se llaman "¡Dame! y ¡Dame!" Hay tres que nunca tienen bastante, y cuatro que nunca dicen: "¡Es suficiente!":
16 la morada de los muertos, la mujer estéril, la tierra que carece de agua, y el fuego que nunca dice: "¡Basta!".
17 A los ojos que desafían a su padre y se niegan a obedecer a su madre, los cuervos del torrente los arrancarán, los aguiluchos los devorarán.
18 Hay tres cosas que me superan y cuatro que no puedo conocer:
19 ¿por dónde pasó el águila en el cielo, y la serpiente por la roca, y el barco en alta mar? ¿Y cómo pasó el hombre por la mujer?
20 Mira cómo actúa la mujer adúltera: comió y luego se limpió la boca: "¡No hice nada malo!"
21 Hay tres cosas que hacen temblar la tierra, cuatro que no puedo soportar:
22 el esclavo que llega a ser rey, el loco que come todo lo que le gusta,
23 la joven aborrecible que encuentra marido, la sirvienta que suplanta a su patrona.
24 Hay cuatro seres minúsculos en la tierra, pero que superan a todos los demás en sabiduría:
25 las hormigas son un pueblo insignificante, pero juntan sus provisiones en el verano;
26 las marmotas son indefensas, pero hallan su refugio en medio de las rocas;
27 las langostas no tienen rey, pero saben avanzar en disciplinados escuadrones,
28 y por último el lagarto: uno lo toma con la mano, pero lo encuentras en el palacio de los reyes.
29 Hay tres que tienen un hermoso aspecto, cuatro cuyo caminar es bello:
30 el león, el más valiente de los animales, que no retrocede ante nada;
31 el gallo, que se yergue orgulloso, y también el chivo; y además el rey, al frente de su ejército.
32 Si has sido bastante torpe como para enojarte, repréndete a ti mismo, y ponte la mano en la boca.
33 Porque batiéndola a golpes la nata se vuelve mantequilla, un golpe en la nariz hace estallar la sangre, y un golpe de ira provoca las peleas.