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La Palabra de Dios preservada y viva

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1 Escucha, oh Dios, mi oración, Y no te escondas de mi súplica.

2 Está atento, y respóndeme; Clamo en mi oración, y me conmuevo,

3 A causa de la voz del enemigo, Por la opresión del impío; Porque sobre mí echaron iniquidad, Y con furor me persiguen.

4 Mi corazón está dolorido dentro de mí, Y terrores de muerte sobre mí han caído.

5 Temor y temblor vinieron sobre mí, Y terror me ha cubierto.

6 Y dije: ¡Quién me diese alas como de paloma! Volaría yo, y descansaría.

7 Ciertamente huiría lejos; Moraría en el desierto. Selah

8 Me apresuraría a escapar Del viento borrascoso, de la tempestad.

9 Destrúyelos, oh Señor; confunde la lengua de ellos; Porque he visto violencia y rencilla en la ciudad.

10 Día y noche la rodean sobre sus muros, E iniquidad y trabajo hay en medio de ella.

11 Maldad hay en medio de ella, Y el fraude y el engaño no se apartan de sus plazas.

12 Porque no me afrentó un enemigo, Lo cual habría soportado; Ni se alzó contra mí el que me aborrecía, Porque me hubiera ocultado de él;

13 Sino tú, hombre, al parecer íntimo mío, Mi guía, y mi familiar;

14 Que juntos comunicábamos dulcemente los secretos, Y andábamos en amistad en la casa de Dios.

15 Que la muerte les sorprenda; Desciendan vivos al Seol, Porque hay maldades en sus moradas, en medio de ellos.

16 En cuanto a mí, a Dios clamaré; Y Jehová me salvará.

17 Tarde y mañana y a mediodía oraré y clamaré, Y él oirá mi voz.

18 El redimirá en paz mi alma de la guerra contra mí, Aunque contra mí haya muchos.

19 Dios oirá, y los quebrantará luego, El que permanece desde la antigüedad; Por cuanto no cambian, Ni temen a Dios. Selah

20 Extendió el inicuo sus manos contra los que estaban en paz con él; Violó su pacto.

21 Los dichos de su boca son más blandos que mantequilla, Pero guerra hay en su corazón; Suaviza sus palabras más que el aceite, Mas ellas son espadas desnudas.

22 Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará; No dejará para siempre caído al justo.

23 Mas tú, oh Dios, harás descender aquéllos al pozo de perdición. Los hombres sanguinarios y engañadores no llegarán a la mitad de sus días; Pero yo en ti confiaré.



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