“ Y ella procedió a irse y llegar al hombre del Dios [verdadero] en el monte Carmelo. Y aconteció que, tan pronto como el hombre del Dios [verdadero] la vio a la distancia, inmediatamente dijo a Guehazí su servidor: “¡Mira! La sunamita allá.
.”
Traducción del Nuevo Mundo 1987 (tnm)